Hubo un tiempo en el que no había un solo futbolista de la Isla que escapara de su radar. Sin apenas tiempo para comer, en un mismo fin de semana podía situar su lupa en casi una quincena de encuentros. Quizás por eso, con el paso de los años ha ido adquiriendo una experiencia que le permite detectar a una joven promesa por su forma de caminar. Ahora lleva unos años apartado de la primera línea del frente, pero hay poca gente que conozca más interioridades que él acerca del fútbol base que se ha ido cocinando en Mallorca durante las últimas décadas. Clemente Marín (Albacete, 1942) es el mayor cazatalentos que ha conocido el balompié balear durante la era moderna. El padre deportivo de una brillante generación de futbolistas a los que encauzó en sus primeros pasos hacia el profesionalismo. De Víctor Casadesús a Marco Asensio, pasando por Carlos Carmona, Dani Benítez o Emilio Nsue, el ojeador ha moldeado a un pelotón de jóvenes rebosante de calidad que, de una forma u otra, ya ha llamado a las puertas del cielo en alguna ocasión.
Enamorado de la pelota desde que tiene uso de razón, Clemente Marín trasladó su pasión del campo al área técnica cuando, con 37 años, decidió colgar las botas. Fue ahí donde acentuó una pasión que hoy en día sigue latente. Sastre de profesión -tenía que compensar de madrugada todas las horas que le dedicaba al fútbol-, empezó a abrirse paso en La Salle, donde además de trabajar como segundo de Graciano Martínez, coincidió con Llorenç Serra Ferrer. Desfiló igualmente por los subterráneos de la selección infantil del Archipiélago y por equipos como el Pla de Na Tesa o el Génova. Sin embargo, fue en las entrañas del Mallorca donde impartió sus mejores clases. Donde repartió más consejos. Donde tuvo más hijos . «Empecé a colaborar con el club entrenando a los alevines y a los infantiles cuando jugaban en el Rafael Puelles», recuerda. «Aquella época no tenía nada que ver con la actual y el club tenía una estructura muy familiar. Teníamos los balones justos y había que ir con cuidado para que no acabaran en sa Riera. Después nos trasladamos al Miquel Nadal y todo empezó a ir a mejor», apunta con nostalgia al rebobinar.
Clemente salió del Mallorca tras desvincularse de la coordinación de las categorías inferiores de la entidad en verano 2005. Se marchó justo después de elevar a la cantera rojilla hacia una altura desconocida, ya que por entonces el club tenía repartidos a casi una veintena de internacionales por los campos de Son Bibiloni. No obstante, la herencia de su trabajo y de una montaña de sacrificios personales está más presente que nunca en el mapa futbolístico. Porque por sus manos también pasaron Sergi Enrich, Martí Crespí, Pedro Bigas, Pau Cendrós, Yeray, Sergi García Mut o el hoy barcelonista Dani Nieto, que son algunos de los integrantes de una lista interminable y bañada en oro. Tanto, que si se le pregunta por sus miembros más ilustres, debe meditar un buen rato la respuesta. «Supongo que serían Marco Asensio, Emilio Nsue y Xisco Hernández, que actualmente juega en el Atlètic Balears. Y junto a ellos también estaría Dani Benítez, aunque en muchas ocasiones le ha pasado factura su personalidad».
Como ojeador, Marín admite haber desarrollado una habilidad especial. «Todo el mundo suele tener facilidad para hacer ciertas cosas y creo que la mía, mi don particular, ha sido ése». Y acepta el rol de cazatalentos, pero entiende que su labor siempre ha estado más alineada con la de un educador.
Las prioridades
«A todos los jugadores que traíamos al Mallorca les recordábamos que lo prioritario eran los estudios. Nos debían hacer entrega de las notas y si eran malas no jugaban. Se les imponían incluso partidos de sanción», recapitula. Un filtro que ya superaron en su momento varios jugadores de la primera plantilla actual Como Víctor Casadesús, reclutado del Arenal, o Kevin, del que aún guarda imágenes de cuando le ponía su firma a casi un centenar de goles en una temporada mientras todavía era alevín. «En tu club actual eres el rey, pero debes tener en cuenta que en el Mallorca habrá otros veinte reyes como tú», tenía que advertir a los chavales sobre los que desplegaba sus redes.
Clemente, que ahora contempla la rutina mallorquinista desde la distancia, se siente especialmente orgullloso del reciente debut de Marco Asensio, pero cree que el club debe reforzar con inteligencia su apuesta por el mediapunta si no quiere que se reediten los errores cometidos con otros futbolistas. «O confías en él o no lo haces, pero en su caso el hecho de que tenga 17 años no debería tener importancia. En ese sentido, habría que recordar los ejemplos de Raúl o Fernando Torres, que con esa misma edad ya tuvieron el respaldo de clubes tan importantes como el Madrid o el Atlético. Hay que tener medida, sí, pero tampoco hay que obsesionarse con protegerlo. Cuando ha jugado ha demostrado que puede hacerlo. Y no todos están capacitados para ello», afirma antes de subrayar que para el Mallorca es un problema que su filial esté instalado en Tercera División. Mientras tanto, él seguirá acumulando horas de vuelo por los campos de Mallorca y anotando nombres en una libreta que nunca deja de actualizarse. «Hay un chaval en los benjamines de La Victoria que es como Özil en miniatura. Ya me lo diréis dentro de unos años...», se despide sonriente.
«Si tuviera que destacar a tres de los jóvenes con los que trabajé elegiría a Marco Asensio, Nsue y Xisco Hernández, aunque junto a ellos también estaría Dani Benítez»
Seguramente quien más ha confiado en el trabajo de Clemente Marín a la hora de detectar a futuros talentos y como responsable de fútbol base es Pep Bonet. El exfutbolista, que durante años también fue el secretario técnico del Mallorca, llegó a decir de él que es «el mejor ojeador de Balears» y ha intentado tenerlo a su lado en sus últimas aventuras profesionales en la Isla. Ambos salieron del club bermellón con el inicio de la era Grande y siguieron caminando de la mano después en la empresa Inverfutbol gracias a la confianza de otro de sus valedores: Bartomeu Cursach. De hecho, hubo en su momento alguna posibilidad de que le acompañara al Udinese. Porque aunque ahora Clemente lleva un tiempo alejado de la actividad futbolística, ambos formaron un tándem especialmente efectivo en su momento del que se benefició, sobre todo, el propio Real Mallorca.
Marín ha dejado de elaborar informes para clubes, pero mantiene el olfato y guarda ahora sus valiosos consejos para todos esos jóvenes con los que ha coincidido en algún tramo de su carrera. «Lo más importante al dar el salto al profesionalismo es estar bien asesorados, por eso le recomiendo a todos los chavales que tengan cuidado al elegir a sus representantes y que sepan en todo momento con quién trabajan», avisa.