En la primera cita y apenas sin tiempo para saborearla, el Mallorca ya ha derramado la Copa. Solo unas horas después de que Oltra le reclamara públicamente a los futbolistas que cuidaran su imagen, el conjunto bermellón recuperaba sus peores vicios para rubricar otra función lamentable. El Alcorcón, que hace cuatro días había alimentado un amago de rehabilitación en las filas rojillas, arrancó de cuajo los brotes verdes y provocó otro fuego en Son Moix, que se despide de su competición favorita hasta el curso que viene (1-4).
El Mallorca acudió a su encuentro con la Copa con un once salpicado por los cambios pero aparentemente competitivo. Sin embargo, el paso de los minutos demostró que no era más que una ilusión óptica. Leal a su decálogo, el equipo se despertó con buena cara y empujando. Hasta que le apagaron las luces.
El Alcorcón, con un grupo mucho más serio, compacto y trabajado, no tardó casi nada en imponer su tratado. Superado el susto de Aki —el japonés lo intentó a los cinco minutos con un zurdazo que escupieron al córner Dani Giménez y el palo—, el cuadro alfarero levantó el campamento en la mitad del campo bermellona y puso el motor en marcha. Propulsados por tres futbolistas reclutados cuando el mercado de fichajes agonizaba (Pacheco, Oscar Plano y Antonio Martínez), los de Miguel Álvarez encerraron al Mallorca en su trinchera y se pusieron a cocinar la clasificación. Sin prisa. A fuego lento.
Impacto letal
El golpe de gracia lo asestó Dani Pacheco. El jugador malagueño se burló en un par de baldosas de Geromel y de Ximo y superó a Miño con un tiro envenenado. En ese momento no lo parecía, pero el Alcorcón acababa de liquidar el partido mientras sellaba el pasaporte en dirección a la tercera ronda del torneo.
El gol no modificó lo más mínimo la postal del partido. O en todo caso, solo acentuó la sideral diferencia entre unos y otros. No obstante, Antonio Martínez aceleró el papeleo tras una buena jugada de Oscar Plano que nació en una defectuosa salida de balón de Geromel. El exjugador del Mirandés aprovechó un mal rechace de Miño para fusilarlo y darle carpetazo a la eliminatoria.
El Mallorca llegó al intermedio desquiciado, sobre todo después de que Alfaro estampara otro balón contra el palo. Oltra intentó que su equipo se revolviera y apartó del cuadrilátero a Riverola para agarrarse al estado de gracia de Gerard Moreno.
La entrada del delantero catalán dinamizó el ataque local, pero su estado de cintura para abajo seguía siendo un desastre. Geromel, otra vez lesionado, se largaba del campo y Bigas le tomaba el relevo. Cuando el mallorquín trataba de encajar en la línea defensiva llegaba Oscar Plano para ponerle su firma al tercer gol de la noche y ensanchar el agujero. El canterano del Madrid, una pesadilla para la defensa mallorquinista, insistiría poco después para hacerle un nudo al marcador y relajar definitivamente al grupo alfarero, que ya no quiso mancharse la manos de sangre.
Gerard edulcoró luego el marcador. Era muy pronto para decirle adiós a la Copa, pero muy tarde para soñar con una gesta.