Llorenç Serra Ferrer se encomienda a José Luis Oltra para sacar al Mallorca del hoyo y devolverlo de nuevo a la primera planta del fútbol español. El técnico valenciano, sin banquillo desde que fue destituido en el Deportivo en diciembre, firma por una temporada y liderará el nuevo proyecto balear en Segunda, donde buscará el tercer ascenso de su carrera tras los que consiguió con el Tenerife y con el propio conjunto gallego.
Oltra era el segundo en la lista que manejaba el máximo accionista para sustituir a Manzano y darle un nuevo aire al equipo tras su caída al barranco. La prioridad, tal y como confirmó el propio Serra durante su intervención ante los medios del pasado viernes, era la contratación de Paco Herrera. Sin embargo, la negativa del catalán, que había exigido dos años de contrato mientras el club le ofrecía solo uno, obligaba a la dirección deportiva a cambiar de rumbo sobre la marcha y a activar un plan de emergencia que culminaba con éxito a primera hora de la tarde de ayer.
Buena experiencia
En su vuelta al sótano el Mallorca ha querido agarrarse a la brújula de uno de los entrenadores que mejor conocen la Segunda División moderna. De hecho, en los últimos años muy pocos técnicos se han movido con la misma soltura que él a la hora de bañarse en plata. Su manual, que tiende a descomponerse al subir de nivel, cobra volumen junto a las carreteras secundarias y le ha reportado en ese segmento los éxitos más notables de su hoja de servicios.
José Luis Oltra empezó a recorrer a los mandos del Levante (temporada 2005-06) los mismos pasillos por los que circulará ahora con el Mallorca, aunque no completó el trayecto. La temporada anterior trató de evitar, sin éxito, el descalabro del conjunto granota en beneficio del Mallorca (dirigió los cuatro últimos encuentros sustituyendo a Schuster y sumó 2 puntos de 12) y pese a que el club confió en su pizarra en los meses posteriores, su irregular inicio de campaña le condenó y una goleada en el campo del Almería supuso la sentencia. Aún así, se le puede considerar partícipe de un ascenso, ya que su equipo acabó trepando hasta la azotea con Mané, su sustituto.
Un año después, el técnico volvía a la carga, esta vez dirigiendo a un Ciudad de Murcia que venía de quedarse a las puertas del ascenso. Bajo su manto, la escuadra murciana se sostuvo en la parte alta de la clasificación y concluyó en un meritorio cuarto puesto.
Primer salto
No obstante, lo mejor para Oltra estaba por llegar. Fichó por el Tenerife y en su segundo ejercicio (el primero lo cerró justo en el ecuador de la tabla) lo trasladó de vuelta a Primera División con un grupo en el que habitaban el mallorquín Pau Cendrós o el hoy bermellón Alejandro Alfaro, fundamental durante todo el año gracias a su pólvora. El técnico cerró el círculo regresando a la elite con el cuadro canario, pero se quedó lejos de la permanencia y puso rumbo a Almería con el curso en marcha para coger el relevo de Juan Manuel Lillo. Como rojiblanco apenas resistió una vuelta (18 partidos, 4 victorias, 5 empates y 9 derrotas) y aunque en la Liga no modificó el camino descendente de los andaluces, en la Copa del Rey se llevó por delante al Mallorca de Laudrup en una eliminatoria frenética.
Oltra regresó a Segunda, de la que había salido por última vez por la puerta grande, dispuesto a restaurar el aspecto de un Deportivo que había caído en el abismo de manera cruel unos meses antes. Lendoiro se apoyó sobre su cuaderno buscando lo mismo que persigue ahora Serra: un ascenso express. Y tanto el técnico como la plantilla blanquiazul respondieron a lo grande. Los gallegos, que abrocharon la primera vuelta del campeonato con 42 puntos, ascendieron con varias jornadas de antelación y estableciendo un techo histórico: 91 puntos.
En principio, el Mallorca de José Luis Oltra tendría que ponerse en marcha hoy mismo con la llegada del entrenador a la capital balear y con su posterior presentación. Sobre esos cimientos tendría que empezar a construirse el puente del ascenso.