EN ESTADO DE SHOCK Y CON LAS CENIZAS DEL DESCENSO todavía calientes, el Mallorca trata de levantarse, lavarse la cara y ponerse en marcha. Alejados de las estrellas, de la pasarela mediática, la entidad isleña deberá cambiar el chip de inmediato para acostumbrarse a los suburbios. A las carreteras secundarias. Al fútbol de extrarradio. Dieciséis años después, tras vivir la época más gloriosa de la historia y de compartir travesía con los clubes más lujos del mundo, será el momento de afrontar la realidad.
EL CLUB DEBE CAMBIAR EL CHIP PARA AFRONTAR un futuro repleto de pasadizos. Porque aparecen nubarrones en el horizonte. El Mallorca, con el descalabro sellado el pasado sábado ante el Valladolid -el triunfo del Celta inutilizó la victoria en Son Moix- se adentra en un laberinto. La caída a los infiernos abre un puñado de interrogantes. Dudas que afectan al plano institucional, económico y, por extensión, al deportivo. La comparecencia de Serra Ferrer después de consumarse la debacle tampoco ayudó para allanar el camino. Más bien todo lo contrario. El pobler , que ha descendido a los dos equipos profesionales de la entidad, dejó su continuidad en el alambre. «No depende sólo de mi, sino de las acciones, que deben marcar el paso», apuntó el presidente en funciones.
EL PRIMER PASO AFECTA AL ACCIONARIADO porque mantener la dualidad en el consejo se antoja la peor decisión posible para reemprender la marcha en Segunda. Serra Ferrer tiene un poder relativo desde su alianza con Gabriel Cerdà Alemany. Institucionalmente, el club se encuentra desestructurado. La dimisión de Jaume Cladera no sirivió para apagar los incendios. Más bien todo lo contrario. Serra y Cerdà se autoproclamaron apoderados del Mallorca y desde entonces han dirigido las riendas del club balear de motu propio , es decir, al margen del consejo de administración. Un absolutismo que ha perjudicado la rutina de la entidad.
EL PAPEL DE CERDÀ COMO CONSEJERO BISAGRA ha desembocado en una falta de acción por parte de Serra Ferrer. Atado de pies y manos, el pobler ha visto reducido su campo de acción de forma notable. Ahora, con el Mallorca en Segunda División, las interrogantes vuelven a abrirse. ¿Seguirá Serra Ferrer al frente del consejo de administración? ¿Venderá sus acciones? ¿Hay alguien dispuesto a comprar un club recién descendido...? Preguntas que, a día de hoy, no tienen una fácil respuesta. De hecho, el máximo accionista esparció un puñado de dudas acerca de su continuidad. «¿Mi futuro? Será cuestión de hablarlo y de pactarlo. Es verdad que esta situación se tiene que arreglar, reordenarse. Nosotros tenemos una responsabilidad. Y debemos trabajar para estar a la altura de nuestros aficionados, que en esta temporada no ha sido así», apuntó Serra.
LA SAD BALEAR DEBE REINVENTARSE DESDE el punto de vista económico y a ajustar hasta el límite cada euro que desee invertir. La rebaja drástica en los ingresos televisivos y las obligaciones con el concurso de acreedores van a impedir fichajes de primer nivel y a la vez obligarán al club a tener que realizar traspasos para tratar de nivelar en la medida de lo posible sus cuentas. El cumplimiento del convenio es un punto innegociable y, por ejemplo, la ayuda por el descenso de categoría debe ir destinada a este concepto, aunque el club considera que no es así.
LOS DERECHOS DE TELEVISIÓN SE REDUCEN de forma drástica. El Mallorca percibía en la máxima categoría unos 22 millones de euros. Ahora, en la categoría de plata, esta cifra se reduce a apenas 2. Esta rebaja obligará al Mallorca a reorganizar por completo el área deportiva.
EL CONCURSO DE ACREEDORES TAMBIÉN afecta a la hora de gestionar los recursos económicos. Por las dieciséis temporadas que ha acumulado en Primera y por los presupuestos anuales, le corresponde una cifra aproximada a los 15 millones de euros. El 60% de esta cantidad se cobrará el primer año y el 40% el segundo en caso de no ascender. Según el convenio de acreedores las sumas líquidas que en caso de descenso de categoría reciba el club en concepto de ayuda al descenso se destinará a amortizar anticipadamente el importe de los créditos ordiarios. Sin embargo, el Malloca interpreta este punto de otro modo y argumenta que para que la sociedad sea viable debe poder disponer libremente de este dinero para invertirlo en el club. De esta forma, según defiende el Mallorca, la SAD Balear podrá retroalimentarse, invertir en el equipo y hacer viable de una parte el futuro de la institución y a su vez poder seguir cumpliendo con las obligaciones del convenio.
EL ENTRENADOR ES LA PRIMERA DECISIÓN deportiva que debe asumir Serra Ferrer. En breve, el pobler deberá elegir al sustituto de Gregorio Manzano, que no seguirá al no haber logrado el objetivo de la permanencia. Para encabezar el proyecto en Segunda, Serra Ferrer maneja varios nombres sobre la mesa. Entre ellos figuran Miquel Angel Nadal y Claudio Barragán, actual entrenador de la Ponferradina. El manacorí abandonó el club balear coincidiendo con la llegada de Joaquín Caparrós y su apuesta supondría un regreso a la normalidad. Sin apenas experiencia en los banquillos -solo ha dirigido un partido-, estaría dispuesto a aceptar el reto. Claudio Barragán también reúne con el perfil que busca la dirección deportivo. Es joven, tiene experiencia en Segunda -más de un centenar de encuentros dirigidos- y conoce la entidad. La Ponferradina le ha ofrecido la renovación, pero aún no ha contestado a la propuesta.
el esqueleto del mallorca 2013-14 tampoco está definido. De los 25 jugadores profesionales, una decena abandonarán la entidad el próximo 30 de junio. Entre estos, los cedidos (Fontàs, Tissone, Arizmendi, Luna...), los que acaban contrato (Calatayud, Nunes...) y los jugadores con una ficha más alta, caso de Giovani Dos Santos. Las dudas planean sobre la continuidad de otros futbolistas con cartel y recorrido en la máxima categoría, caso de Tomás Pina, así como de otros futbolistas con contrato en vigor pero con un sueldo excesivo para Segunda, como Javi Márquez.
LOS NOMBRES DE NSUE, VÍCTOR, HEMED O BIGAS formarán la columna vertebral del futuro Mallorca. Después, será cuestión de trabajar en una categoría desconocida para la mayoría de los inquilinos del club balear y que no visitan desde hace más de tres lustros. El descenso, además del palo anímico que ha supuesto para la afición, adentra a la entidad en un laberinto. La salida sería el regreso a Primera lo antes posible.