El Mallorca está obligado a reinventar su defensa para mantenerse de pie contra la corriente y aferrarse a la categoría. Agujereada y con la presión de tener a toda la clasificación sobre la cabeza, la escuadra isleña debe reconstruirse con urgencia de cintura para abajo y aplicarse un torquinete que le impida desangrarse antes de que la Liga cierre las puertas. El problema es que, más allá de los movimientos impulsados desde el banquillo, Manzano desconoce aún los argumentos a los que podrá agarrarse para recibir al Levante el domingo a mediodía.
Al técnico del Mallorca se le apilan las dificultades en su propia área. Su equipo, el más goleado del torneo tras actualizar los peores números de su historia en ese sentido, no encuentra la estabilidad pese a la constante rotación de sus peones y tampoco recibe tregua desde la enfermería.
En esa dirección, Pedro Bigas, ausente en la batalla de La Romareda, empezó el trabajo de reincorporación al grupo el pasado lunes y podría reaparecer para acorazar el eje de la defensa. Con el mallorquín, Manzano tendría a mano una serie de combinaciones que podrían mejor el nivel de la retaguardia de cara a una cita, ahora sí, definitiva.
En el caso de que la recuperación de Bigas no fuese completa o se alargara más de lo previsto, Manzano tendría que seguir rebuscando entre su cada vez más estrecho fondo de armario. Entre otras cosas, porque Conceiçao, Nunes y Antonio López tampoco han podido trabajar a su máximo nivel en este arranque de semana. En el caso de los dos últimos, se ejercitaban ayer en el gimnasio. Y en el del brasileño, continúa pendiente de su evolución para saber si podrá vestirse de corto contra el Levante. Después de retirarse antes de la primera media hora del terreno de juego en Zaragoza, las pruebas confirmaron que sufre una fuerte contusión en la rodilla izquierda, así que su concurso sigue en el aire.
Más control
Sea como sea, el Mallorca debe controlar el caudal ofensivo de sus rivales para evitar que la distancia con la tierra firme se siga ensanchando. Aunque en los últimos partidos en Son Moix -ante Celta y Rayo- el equipo mejoró en esa faceta y amortiguó los golpes que venía de recibir contra Madrid, Barcelona o Deportivo, sobre el tapete de La Romareda volvió a las andadas. No solo se desmoronó ante los empellones del conjunto aragonés, sino que fue incapaz de gestionar las ventajas que le concedió el rival para puntuar y aislarse del fondo de la clasificación. El domingo puede que tenga su última oportunidad.