El Mallorca se alió con la fortuna para sobrevivir a la descarga del Rayo Vallecano y celebrar un punto que antes del partido sabía a migajas. La exhibición del conjunto madrileño, que dominó a placer en el segundo acto y estrelló tres balones en la madera, retrató todos los defectos de un equipo enredado por su propia ansiedad, que se derrumbó físicamente tras el descanso y se quedó paralizado tras los movimientos tácticos de su entrenador. El empate no sirve para asomar la cabeza a la superficie, pero visto el duelo, el grupo de Gregorio Manzano debería alzar los brazos por sumar un punto de oro en medio de las miserias: 1-1 y gracias...
La fiebre de Aouate y Tissone obligaron a Manzano a reformar su pizarra. Fijó a Calatayud bajo los palos -el malagueño evitó la derrota con dos paradas de mérito- y apostó de nuevo por Márquez, que completó otra función decepcionante.
El Mallorca pisó la arena con más determinación y ganas que el lunes pasado. La apuesta del equipo balear era evidente. Presionar la salida de balón del Rayo, que renuncia al pelotazo desde su cocina, robar y tirarse a la yugular de su rival.
Pero la primera vez que descargó al Rayo, hizo daño. Balón abierto a Casado, el lateral izquierdo centra sin oposición -Hutton llega tarde- y Piti engancha una volea con la zurda para sorprender a Calatayud. Minuto 6 y a remar.
El Mallorca, animado por la hinchada, tumbó el campo al lado izquierdo. Por allí, Giovani comenzó a frotar su lámpara. Cada pase del mexicano era una bendición para el compañero, aunque Hemed no abrió sus regalos en un par de centros al corazón del área. A balón parado, el bloque bermellón encontró petróleo tras un doble remate de Alfaro, que anotó su quinto gol de la era Manzano.
Once minutos, dos goles y un ritmo notable. De ahí al descanso, ambos pudieron exprimir todas sus virtudes. El Rayo, con su calidad en el último pase. El Mallorca, con los pases de Martí, que cuajó una actuación enorme en la conducción, y las contras de Giovani.
Pudo desnivelar la balanza el Rayo a la media hora. Delibasic le gana la espalda a los centrales, encara a Calatayud y cruza con un disparo que, tras desviar el meta de Antequera, escupe el poste. Al filo del descanso, centro perfecto de Hutton que desaprovecha Hemed, a bocajarro, con la cabeza.
El descanso lo alteró todo. El Rayo se adueñó del campo, del balón y de las ocasiones ante un Mallorca demacrado, sin gasolina en las piernas ni agilidad en la mente. El grupo madrileño se estrelló contra el infortunio en dos remates al poste de Lass, tras retratar a Geromel, y Calatayud se lució en un remate a bocajarro de Leo Baptistao. También perdonó Trashorras. Tampoco favoreció Manzano, que retiró a Hemed para fijar de falso 9 a Gio y lo que consiguió fue atascar al equipo. Intentó rectificar con Arizmendi, pero fue peor. A la desesperada, Pereira pudo repetir la épica del lunes, pero su disparo rozó la madera, ayer el mejor aliado.