Sumar 23 puntos durante el rodaje de los últimos 15 episodios de la Liga. Ésas son las únicas coordenadas que refleja ahora mismo el navegador del Mallorca. El único camino válido. La última vía de escape que divisa el club. El conjunto balear, abandonado en el penúltimo peldaño de la clasificación y a más de un partido de distancia del primer pedazo de tierra firme, necesita multiplicar lo que tiene en estos momentos en los bolsillos para no descomponerse por el camino y mantener ciertas opciones de seguir alojado en el ático del fútbol español más allá del próximo mes de junio. En otras palabras, los de Manzano deben recopilar 5 puntos más de los que han conseguido en lo que va de temporada. Eso sí, en un plazo de 8 partidos menos...
El Mallorca anda metido en un lío. De los importantes, además. Su descendente excursión por la Liga sobresale más que nunca entre el vagón de cola después de la decepcionante actuación del equipo frente a Osasuna. Además de desperdiciar ante un rival directo una de las pocas balas que transporta en el cargador, el equipo isleño ya empieza a perder de vista a equipos como el Granada o el Espanyol, de los que le separa un trecho considerable. Los rojinegros, que desde su último reingreso en Primera nunca habían cruzado en tan mal estado este punto del torneo, van a circular sobre el alambre sin protección alguna. Se acabaron el colchón de seguridad, el margen de maniobra y todo lo que les rodeaba.
El escarpado camino hacia la salvación partirá la semana que viene de Mestalla. El Valencia, quinto clasificado y también el quinto conjunto más firme de la Liga en su propio estadio, va a tomarle la temperatura a un grupo de futbolistas que no oculta que «la presión de la clasificación empieza a pesar» sobre sus hombros. Y aunque los números recuerdan que al Mallorca podría bastarle con imponer su ley en los partidos de Son Moix, la escasa fiabilidad de la plantilla le impide renunciar a una sola batalla. Da igual lo complicada que parezca.
De los quince fascículos que faltan por archivar en el último libro de la Liga, el Mallorca redactará ocho como local y los otros siete tras los muros del Iberostar. En principio, la composición del calendario refuerza la teoría de que la salvación está en Palma. Más que nada, por la entidad de los equipos que desfilarán sobre la pasarela del Camí dels Reis y por el tamaño de los escenarios que hay que visitar. A simple vista, el recorrido por Palma parece más accesible (Getafe, Sevilla, Deportivo, Celta, Rayo, Levante, Betis y Valladolid) que el que hay que completar tras subir a un avión (Valencia, Granada, Real Madrid, Barcelona, Zaragoza, Athletic y Atlético). Sin embargo, también es verdad que el Mallorca tiende a bloquearse ante su público o que acumula justo una vuelta de competición sin celebrar una victoria en casa. De hecho, ahí están sus cifras para subrayar la debilidad del plantel como local. Solo Deportivo, compañero de viaje por las cloacas, y Zaragoza, 6 puntos por encima, presentan un balance peor en una clasificación parcial.
Ante eso, al Mallorca le queda agarrarse con fuerza al posible efecto Manzano, que ya le sacó del hoyo hace siete años. El entrenador de Bailén, que destapó su tercera etapa en la Isla con un agónico y agradecido empate (la derrota le hubiera destrozado y hubiese abierto una zanja difícilmente recuperable), mantiene una tensa relación con la hinchada y tiene que aplicarle su sello a un grupo erosionado, pero es un especialista en situaciones límite.
Buen promedio
En las nueve temporadas completas que ha dirigido en la elite Gregorio Manzano ha firmado unos registros crecientes que, en el caso de tener continuidad, tendrían que rescatar al Mallorca del bacatazo que supondría despedirse de la Primera División. En ese tiempo y al frente de los cuatro conjuntos que ha liderado (Valladolid, Rayo Vallecano, Atlético de Madrid y el propio Mallorca) el jienense promedia 25,2 en las 15 últimas jornadas. Sobre el papel, una cantidad más que suficiente para recuperar el pulso y extender el mayor paseo por las nubes del club en toda su historia.
Manzano ya evitó una caída del cuadro rojillo al inicio de su segunda etapa (2005-06) y abortó otro descenso casi seguro del Rayo (2001-02). En cualquier caso, lo hizo sobre escenarios muy diferentes al actual y si su equipo no despierta el próximo de semana puede que la noche le sorprenda antes de tiempo.
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