Ahora que el mercado echa el cierre y que la plantilla del Mallorca se adapta a su nueva apariencia, a Joaquín Caparrós se le plantea un nuevo puzzle. Otro rompecabezas. Marcado por la caída en barrena de su equipo y con el crédito justo para sobrevivir jornada a jornada, el técnico gestiona a partir de ahora un vestuario rebosante, con todo lo que eso conlleva. Con un extenso pelotón de futbolistas bajo su manto y una hilera de nuevas combinaciones posibles, el entrenador de Utrera se aproxima a un partido definitivo con la necesidad de reordenar cuanto antes sus ideas para elaborar un plan fiable que le permita salir en Anoeta del laberinto en el que lleva un tiempo habitando. Porque si no es así, lo más probable es que la crisis le acabe devorando.
Mientras la puerta de salida ha permanecido cerrada durante todo el mes, la de entrada se ha abierto en tres ocasiones para darle la bienvenida a Antonio Luna, Alan Hutton y Fernando Tissone. Los laterales y el centrocampista, más allá de fortificar tres posiciones que habían sido señaladas con un círculo rojo en la pizarra, deberían dotar al equipo de esa personalidad y carácter que tanto se han echado en falta en el grupo en algunos segmentos del campeonato. Eso sí, también va a propiciar que algunos jugadores reduzcan de forma sensible su cuota de protagonismo y que otros queden arrinconados, a la espera de lo que depare el epílogo del torneo.
Exceso de población
Con los 25 futbolistas que pueblan ahora mismo la caseta (entre los que no se incluyen ni el lesionado Joao Victor o el canterano Marc Fernández, un habitual en sus planteamientos de inicio de campaña) Caparrós parece tener cubiertos, de una forma u otra, todos los rincones del tapete. Sin embargo, crece la sensación de que el papel de alguno no pasará de residual, ya que la acumulación de efectivos puede resultar incluso incómoda. El técnico tendrá la última palabra.
A la vez que Serra Ferrer defendía la necesidad de que todos los miembros del proyecto acaben el viaje que iniciaron a principio de temporada, Caparrós imaginaba soluciones con la pizarra en mente. Y el mayor interrogante en ese sentido se abre en el centro del campo. Hasta ahora, el Mallorca presumía de contar con una pareja de mediocentros solventes y efectiva, que crecía además con el avance de las jornadas. La progresión de Javi Márquez, unida a la madurez de Tomás Pina, sujetaban al equipo por el centro y hacían de su franja la menos contaminada del once. No obstante, puede que el técnico pretenda iniciar desde ahí la revolución de la permanencia o que utilice el bisturí a partir de este mismo domingo.
Otro centro del campo
Una de las salidas pasa por forrar la sala de máquinas, situando a Tissone al costado del catalán y el manchego. El equipo exploraría una nueva vía y seguramente ganaría cuerpo en una serie de prestaciones. En cualquier caso, también se vería forzado a cambiar la fachada que tendría por delante. O debería sacrificar a uno de sus futbolistas ofensivos más utilizados (Hemed, Giovani y Víctor) o debería prescindir, aunque fuera de manera momentánea, de tipos como Pereira, Arizmendi, Nsue o Alfaro, más acostumbrados a vivir pegados a una banda.
Así las cosas, el único fichaje que parece tener un puesto garantizado sin que haya que alborotar el dibujo es Alan Hutton. En principio, el escocés se encuentra ya por delante de Ximo o Nsue como lateral diestro y si mantiene las buenas sensaciones podría estrenarse de incio ante la Real Sociedad. Luna, por su parte, debería pelear con Antonio López cuando se recupere o instalarse por delante de él si se mantiene el modelo actual. Más difícil, por su parte, lo tendrán Kevin, Bigas, Martí o Fontàs, cuyo papel a partir de ahora es toda una incógnita. El rompecabezas está sobre la mesa. Solo falta saber cómo lo resuelve Capa y el tiempo que tendrá para hacerlo.
El mayor interrogante se abre ahora en la zona ancha, donde podría imponer un nuevo modelo para incluir a Tissone junto a Pina y Javi Márquez