En otro controvertido movimiento gestado en los despachos de Son Moix, el Mallorca ha decidido prescindir de los casi cincuenta porteros que trabajan en los accesos al estadio de Son Moix durante los días de partido a cambio de una cantidad simbólica. Amparado en «una decisión empresarial basada en reducción de costes y una mejora técnica del control de accesos», el club balear ha rescindido el contrato que mantenía con Laborandi, la empresa de trabajo temporal que se encargaba de la contratación de los empleados y le comunicaba que ya no era necesario que acudieran al encuentro mañana de Copa frente al Sevilla.
Según Tomeu Canals, responsable de los porteros que controlan los accesos al estadio, el Mallorca no se ha dirigido a ellos en ningún momento para comunicarles las razones que han llevado al club a prescindir de sus servicios tras varias décadas de relación. «El pasado viernes Pep Calvo, que era nuestra persona de contacto en el Mallorca, nos comunicó que el director general del club había decidido que no querían saber nada más de nosotros», explica. «Después de tantos años esperábamos que al menos nos dijeran qué habíamos hecho mal. La mayoría de nosotros no lo hacemos por dinero, sino por tradición familiar, y hubiéramos podido negociarlo».
Canals asegura además que ha tratado de contactar con los máximos responsables de la entidad, como Llorenç Serra Ferrer y Jaume Cladera, para conocer de primera mano los motivos de la ruptura de la relación y que, hasta el momento, sus intentos han resultado estériles. «Me dirigí a las oficinas del club y ninguno de ellos estaba. Ambos me conocen personalmente y aunque sé que nosotros somos su último problema, dejé mi número de teléfono para que se pusieran en contacto conmigo y buscáramos unsa solución. Nos han tratado como a perros y los perros se revuelven. Todos queremos mucho al Mallorca y lo llevamos en el corazón, pero tampoco dejaremos que manchen nuestro nombre o que insinúen que dejamos entrar a cualquiera», afirma.
Siguiendo esa línea, Tomeu Canals recuerda que «hace poco el club nos dejó caer que a través de las videocámaras habían observado movimientos extraños y se produjeron algunos despidos. Sin embargo, nosotros mismos comprobamos después que la gente que había accedido al estadio de forma ilegal en el descanso, a través del código maestro y una vez que ya habíamos abandonado nuestros puestos».
El coste de los porteros para el Mallorca, que a partir de ahora encargará ese trabajo a una empresa de seguridad, ascendía a unos mil euros por partido.