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El Mallorca se desangra en Valencia

El jugador del Levante UD, Martins disputa un balón al jugador del RCD Mallorca, Geromel. | Efe

| Estadio Ciutat de Valencia, Levante, Valencia |

Levante 4 - 0 Mallorca


Levante: Munúa, Lell, Ballesteros, David Navarro (Héctor Rodas, m.77), Juanfran, Iborra, Barkero, El Zhar (Roger, m.70), Míchel (Pallardó, m.76), Rubén y Martins.

Mallorca: Aouate, Ximo (Arizmendi, m.46), Nunes, Geromel, Bigas, Pina (Martí, m.61), Javi Márquez, Nsue, Giovani Dos Santos, Hemed y Víctor Casadesús (Alfaro, m.61).

Goles: 1-0, m.42: Martins. 2-0, m.48: David Navarro. 3-0, m.55: Rubén. 4-0, m.57: Iborra.

Árbitro: Delgado Ferreiro (comité vasco). Amonestó al visitante Nunes.

Roto, a la deriva y desprendiendo un olor nauseabundo, el Mallorca se desangra. Sin remedio, sin coartadas. El equipo de Joaquín Caparrós, que últimamente parece empeñado en elevar más el volumen ante los micrófonos que a pie de campo, parece haber perdido el control de un grupo al que ni siquiera le queda orgullo. Los baleares, víctimas de una humillación en el Ciutat de València de las que suelen cobrarse peaje, son el reflejo de un colectivo despedazado y sin argumentos que únicamente se mantiene a flote gracias a la vulgaridad de sus compañeros de viaje en el fondo de la tabla (4-0).

El Mallorca selló ante el Levante un nuevo episodio de esa descomposición progresiva que le ha arrastrado hasta el lodo y que amenaza con abandonarle allí a su suerte. Casi nada queda ya de aquella formación pujante y descarada que se llenó los bolsillos en los albores del campeonato. Cualquiera diría que se trata de dos equipos distintos. O, simplemente, que ese extraño ambiente en el que ha querido moverse el club, ya lo ha contaminado todo. Desde el palco hasta el último rincón del vestuario.

En coma

Lo cierto es que antes de entrar en coma el Mallorca había acudido a su examen con el mejor rostro posible. A excepción de Pereira y Antonio López, alineó Caparrós a lo más parecido a su once de etiqueta. Sin embargo, nunca emitió la sensación de que se encontraba preparado para luchar por el partido. Más allá de las ganas de Pina por imponer su manual en el centro del campo y de alguna ocasión aislada, el bloque balear vivió siempre a la sombra del Levante y su paciencia. Atenazado y con la mente en blanco, el Mallorca se limitaba a mantener el tipo, a seguir de pie. Sin apenas presencia más allá de la frontera del centro del campo, sólo disponía de bala. Y la lanzó la basura antes de llegar al descanso...

El ocaso del primer acto y una cadena de errores individuales lo precipitaron todo. Ximo, horrible tratando de darle salida al balón, regaló una pelota en la sala de máquinas y permitió al Levante activar su maquinaria. Un balón largo de El Zhar a Martins hizo el resto. Geromel trató de abortar la jugada y aunque lo consiguió en un principio, acabó entregándole el gol en bandeja al nigeriano. Sin saberlo, el delantero granota acababa de dinamitar un vestuario sujeto con alfileres.

No obstante, lo peor estaba aún por llegar. Caparrós apartaba a Ximo de la guerra para darle entrada a Arizmendi y antes de que el equipo apreciara los supuestos beneficios del cambio se desataba la hecatombe con nueve minutos vergonzosos. David Navarro remarcaba las carencias rojillas en una acción pésimamente defendida a balón parado y Rubén e Iborra, casi al momento, certificaban la vergüenza mallorquinista. Peor, imposible.

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