El Mallorca no sufre cinco derrotas seguidas en el torneo de la regularidad desde que Serra Ferrer, el actual máximo accionista, era su entrenador. Fue tras cruzar el primer tercio del campeonato y el equipo balear ya no pudo rehacerse y descendió a Segunda División. La mala racha, que se prolongó hasta las siete derrotas consecutivas, arrancó con un tropiezo en el José Zorrilla ante el Valladolid en octubre de 1991. Un doblete de Fonseca dejó en anécdota el tanto anotado por Peter Méndez. A la semana siguiente, en el estadio Lluís Sitjar, el cuadro bermellón volvió a doblar la rodilla. Fue ante el Athletic de Bilbao en una cita marcada por el estreno de Toni Prats en la portería isleña tras la expulsión de Bogdan Stelea. Larrazabal, desde el punto de penalti, y Ciganda anotaron para el conjunto vasco mientras que Sebastián Herrera firmó el tanto del honor del bloque insular.
Después llegó una visita al Sevilla que también acabó en la derrota, en esa ocasión tras los goles de Iván Zamorano y Conte. La cuarta derrota fue en El Molinón por un gol de Avelino en el último minuto. En la siguiente jornada, el Mallorca recibía al Logroñés, pero el encuentro fue suspendido por un apagón y disputado meses más tarde. Entonces, la escuadra bermellona afrontó dos partidos a domicilio que acabaron con la derrota. El primero fue en el Santiago Bernabéu (2-0) con los goles del rumano Gica Hagi y del Alfonso Pérez Muñoz. La segunda derrota, sexta consecutiva, fue precisamente en Riazor tras la diana de Claudio Barragán. La séptima caída seguida llegó en casa ante el Albacete de Benito Floro tras un gol de Oscar Dertycia. El Mallorca de Serra frenó su sangría gracias a un empate obtenido en El Plantío ante el Burgos.
Hoy, más de dos décadas después, el Mallorca se juega la opción de firmar la peor marca de derrotas de los últimos tiempos, tras caer ante el Getafe, Granada, Sevilla y Real Madrid.