Mallorca y Real Madrid se citan esta noche con el rostro repleto de cicatrices y sin margen para el error. Los arañazos de sus últimas batallas son visibles en dos equipos que han perdido jugadores y puntos con la misma velocidad y que afrontan el duelo de Son Moix con la obligación de no agachar de nuevo la cabeza. Las huestes de Caparrós acumulan tres derrotas consecutivas y se autoexigen remontar el vuelo, mientras que el bloque de Mourinho quiere imponer su jerarquía para no divisar la posibilidad del título con prismáticos antes de cruzar el primer tercio del campeonato.
Ambos llegan al envite con el depósito anímico en reserva, aunque la presencia en la Isla del campeón supondrá un ingrediente extra de motivación para la escuadra balear. Son Moix no se llenará por los prohibitivos precios fijados por la directiva isleña, aunque registrará un buen ambiente. (21.30 horas, Son Moix, Canal+1).
Irregular
A pesar del lastre de derrotas, de la carga que acumula la escuadra isleña a sus espaldas, desde la caseta han pronunciado un discurso optimista apoyado por sus buenos números como local -seis victorias y una derrota en sus siete últimos partidos- y la irregularidad del campeón, que ya ha perdido dos partidos en el torneo doméstico.
El Madrid se ha desviado de la ruta trazada en la campaña anterior y el mal rollo interno que transmite el vestuario se ha expandido al terreno de juego. Los blancos ya han sufrido cuatro derrotas en apenas dos meses de competición, cuando apenas sufrieron cinco arañazos en toda la campaña anterior. Una diferencia abismal.
No es el Madrid del año pasado, pero sigue siendo un enemigo temible. Ahí está Xabi Alonso repartiendo las cartas, Sergio Ramos mandando y si Cristiano Ronaldo no tiene su día, surge Karim Benzema o, como en su última visita, Higuaín y Callejón para alterar el rumbo del destino. No hay ninguna pócima para tumbar a los blancos, que no caen en Palma desde hace seis años.
Las opciones pasan por taponar todas las vías, cerrar los caminos, no perdonar ante Casillas... y que ellos no tengan su día.
Joaquín Caparrós agitará de nuevo su coctelera para dibujar el once. Las dudas apuntan al doble pivote (Pina o Martí) y a una de las bandas (Pereira o Gio). «Yo lo tengo muy claro», soltó ayer el técnico utrerano, que el viernes ensayó con Pep Lluís junto a Fontàs en la medular y con el mexicano en la banda izquierda.
Precisamente en las orillas se cocinará el choque. Cristiano Ronaldo y Di Maria contra Bigas y Ximo. También las espaldas del doble pivote, por donde se moverá Ozil (o Kaká) y las ayudas de los interiores se antojan fundamentales para salir vivo de uno de los partidos del año.