Tomás Pina Isla (Villarta de San Juan, Ciudad Real, 1987) está de celebración. Aunque el Mallorca lleva unas jornadas atascado, el centrocampista confía en que el equipo salga del barro este fin de semana, coincidiendo con uno de esos partidos marcados en rojo en el calendario. Dos años y diez meses después de su debut en Chapín, de la mano de Manzano, el futbolista alcanzará el domingo los 50 partidos en Primera ante un Madrid magullado y herido en el orgullo. Casi nada.
—50 partidos y en el mejor escaparate posible.
—No me hubiera imaginado nunca llegar a 50 partidos en Primera y tampoco lo hago a una mala edad (acaba de cumplir 25 años). Parece que es un buen día para celebrarlo.
—Y lo hace consolidado como un fijo en este Mallorca.
—Ahora estoy en un buen momento, pero siempre soy muy cauto en ese sentido porque en el fútbol va todo muy rápido. Puedes hacer un partido malo e irte al banquillo. Esto es la máxima competición, hay mucha competencia siempre y trato de no relajarme. Para eso me sirve la experiencia de otros años, en los que me he acabado relajando y he acabado perdiendo el puesto. Mi idea es mantenerme ahí y no bajar el nivel en ningún momento.
—Algo parecido le ocurrió precisamente el curso pasado.
—Sí, algo así. Había jugado 18 partidos seguidos y de repente dejé de hacerlo. El equipo estaba bien y cuando eso pasa es difícil entrar. En ese momento buscas una razón, piensas en qué habrá visto el míster, en por qué no te da explicaciones, aunque realmente sabes que no tiene que hacerlo. Te cuesta entenderlo, pero si lo ves objetivamente comprendes que no estás en disposición de molestarte o de pedir nada.
—De hecho, antes de la temporada pasada se habló incluso de su posible salida.
—Así es. Acababa contrato el año siguiente y estaba pendiente de renovar o no, podía salir cedido... Pero siempre he creído que podía jugar aquí aunque en ese momento había gente que me aconsejaba que me fuera, incluso desde dentro del club. Hablé con Laudrup y con Lorenzo y acordamos que continuara a la espera de mi oportunidad. Nunca perdí la confianza en mí mismo y creo que tomé la decisión acertada.
—Javi Márquez, Joao, Martí y ahora Fontàs. ¿Con quién se ha sentido más cómodo?
—Cómodo he estado con todos. El profesional tiene que adaptarse rápido a lo que sea si quiere seguir jugando. Con Javi, que era otro tipo de futbolista, los resultados acompañaron. Con Joao fue muy a la inversa de lo que quería el míster que hiciera con Javi. A Martí ya lo conocía bien y con Fontàs el otro día me encontré sorprendentemente a gusto. El equipo corrió, pero no tuve ese desgaste y ese derroche de otros partidos. Eso me dio buenas vibraciones.
—Lo que sí debe pulir es el tema de las amonestaciones.
—Juego en una posición en la que hay que pensar muy rápido. La tarjeta que vi el otro día tan pronto ya me la recordó el míster porque fue un balón dividido al que creo que habría llegado de haber ido con decisión. Pero dudé, se la llevó Manu y le tuve que hacer falta. Fue un error mío y debo seguir mejorando en eso.
—¿Está acusando mucho el equipo el tema de las lesiones?
—Han sido muchas y aunque se diga que hay una plantilla compensada esto afecta a cualquier equipo. No se debería notar mucho la ausencia de casi nadie, pero si encadenas cuatro o cinco lesionados de larga duración el grupo se resiente. Al final mandan los resultados y esos pequeños detalles marcan que sumes o que te vayas de vacío.
—¿Cómo está el grupo anímicamente por las tres últimas derrotas?
—Estamos bien y el equipo tampoco ha pegado un bajón en ese sentido. No hay mucha diferencia con respecto a hace tres jornadas, aunque da rabia porque estamos haciendo las cosas bien. Y es cierto que ahora vienen partidos que nos pueden pasar factura y que, poniéndonos en el peor de los casos, después de estos partidos podemos estar en una situación muy diferente a la del arranque. La temporada es muy larga y el vestuario que se mantiene equilibrado es el que al final sale bien parado.
—Parece que la llegada de Gio le ha dado otro color al Mallorca.
—Era lo que se esperaba de él. No lo voy a descubrir yo. Tiene algo que no tenemos la mayoría, que es chispa, magia. Tiene mucha calidad y eso nos viene bien. Y es esperanzador que, sin estar a tope físicamente, ya haya aportado. Estando en el campo te ayuda mucho que haya a tu lado tipos así, con esa capacidad de decisión. Sobre todo a los que somos más bregadores.
—El domingo viene el Madrid, ¿cómo se le gana?
—Se le puede ganar. Y soy de los que creen que es más fácil meterle mano al Madrid que al Barça porque siempre te da alguna opción o te concede ocasiones. Si el Barça tiene el día ni la hueles, ni tocas el balón, te manejan. El Madrid no se impone tanto como otros años, pero es el Madrid, y si no hacemos el partido perfecto será muy difícil sacar algo. A la mínima te hacen gol y necesitas que el equipo esté muy junto, no rifar el balón y mantener la eficacia. Si hacemos eso, alguna opción habrá.
—Jugando como el año pasado parece posible.
—Hicimos un partido muy serio y completo, sin apenas darles opciones. Nos ganaron por aquellas dos jugadas un poco aisladas. También es verdad que será muy complicado repetir aquel encuentro.
—La derrota en Dortmund, ¿perjudica o beneficia al Mallorca?
—Yo creo que no nos beneficia. Vendrán enrabietados y no se pueden permitir dos derrotas seguidas. El Dortmund es el campeón alemán pero en Champions el Madrid debería imponerse. Nos nos viene bien, sería mejor que hubieran ganado cómodamente.
—¿Hay algún jugador que le preocupe especialmente?
—En el centro del campo lo que más cuesta es defender a gente como Özil. Xabi, por ejemplo, es un jugadorazo y ojalá yo fuera la mitad que él, pero sufro más con los que juegan entre líneas, como el alemán, Modric o Di María. Se te meten a la espalda y no puedes precipitarte. Tienen mucha calidad y como dudes te la lían. Me quedaría con alguno de esos tres.
—A nivel defensivo, sobre todo en los laterales, también da la impresión de que se les puede herir.
—En Alemania se vio que les hacían continuamente dos contra uno y sin Marcelo pierden. Es un jugador decisivo y cuando estás en el campo y ves como te hace trabajar impresiona. Es una baja muy notable.