Navegando por el inicio de campeonato más idílico que recuerda, el Mallorca acaba de recibir el primer gran bofetón de la temporada. Tras cinco jornadas de fiesta y fuegos artificiales, el conjunto bermellón perdía ayer a unas de las piezas claves de su engranaje justo después de que Javi Márquez reviviera las peores pesadillas de su carrera al conocer el resultado de las pruebas a las que se sometió el domingo. El catalán, que abandonaba el estadio con la ayuda de unas muletas mientras sus compañeros se medían al Valencia, sufre una fractura sin desplazar no complicada del maleolo interno del tobillo izquierdo como consecuencia de un golpe. Según el parte médico emitido por el club la lesión «es aguda»y no tiene ninguna relación con las que el jugador había sufrido anteriormente en la misma zona. El pivote deberá pasar en los próximos días por el quirófano y aunque se desconoce con exactitud el tiempo que permanecerá en el dique seco, todo apunta a que estará unos tres meses de baja.
Primer problema
Lo que en principio no había sido más que un susto se transformó ayer en una bajada de tensión que sacudió al vestuario del Mallorca. Un día antes, Javi Márquez había alertado con su salida prematura del campo y con su posterior visita a una clínica palmesana. En principio se trataba de un traumatismo al que el propio Caparrós catalogó después como «un susto» desde la sala de prensa. Una dura confrontación con el delantero paraguayo del Valencia Nelson Haedo Valdez le había forzado a dejar la arena y a cederle su posición a Joao Victor. Afortunadamente, el equipo no acusó entonces el golpe y tras agrandar el marcador en el segundo tiempo acabó celebrando una victoria que le instalaba en la segunda posición de la Liga.
Sin embargo, el cielo se oscureció para Caparrós veinticuatro horas más tarde. Javi Márquez tenía seriamente dañado el tobillo y se perderá un tramo importante del curso, además de volver a visitar la enfermería para tratar de solucionar un problema que marcó, de forma muy negativa, su paso más reciente por el Espanyol. El Mallorca pierde así a uno de sus refuerzos de mayor peso y a su principal director de juego. Un golpe enorme que sacudía la moral del mallorquinismo en plena resaca de su tercera victoria en casa.
Mientras Márquez se desmarca del grupo y se prepara para viajar a Barcelona y ser intervenido allí del tobillo lastimado, el Mallorca asume la pérdida y Caparrós empieza a buscar soluciones en el armario. No será fácil porque el jugador catalán había formado hasta el momento en el eje de todas sus alineaciones y, además de estar llamado a transportar la brújula del grupo, jugaba un papel esencial en las acciones a balón parado. De hecho, de sus botas había nacido el último gol anotado por el equipo antes de recibir al Valencia, transformado por Hemed en el Reyno de Navarra.
Consecuencias
No obstante, uno de los aspectos que más temores ha despertado la noticia de su lesión en el vestuario es saber cómo le afectará desde el punto de vista anímico. Javi Márquez empezó a arrastrar problemas en el tobillo izquierdo en febrero de 2011, después de recibir una entrada de Asier Illarramendi durante un partido en Cornellà frente a la Real Sociedad. Acabó el partido, pero tuvo una participación discontinua durante el resto del curso y le costó acercarse al nivel de juego que había mostrado hasta ese momento. Además, los problemas se reprodujeron en octubre de ese mismo año, en un enfrentamiento ante el Betis en el que recibió otro golpe, en este caso por parte de Beñat. En principio el Espanyol optó por aplicarle un tratamiento conservador pero a principios de diciembre tuvo que pasar por el quirófano del Hospital San Carlos de Murcia para operarse de una periartropatía en la misma zona que hoy tiene afectada. Pasó después dos meses alejado de la rutina del equipo blanquiazul, con el que ya no volvería a participar debido a las diferencias que mantenía con el club perico por su renovación. Las mismas que facilitaron su llegada a Son Moix durante el pasado verano.