Llorenç Serra Ferrer tiene el control de la sociedad, pero Pedro Terrasa Sánchez la llave de una futura venta. Un derecho de adquisición preferente sobre un porcentaje del paquete accionarial que administra el grupo que lidera el brujo de sa Pobla podría convertir la hipotética transacción de los títulos en una compleja ecuación.
En el escenario actual resulta complejo imaginar cualquier pacto entre la gente de Serra Ferrer y Pedro Terrasa, aunque una sindicación suscrita en la génesis del proyecto -en la que también está incluido el paquete del presidente Cladera-puede haber triangulado su futuro.
El contrato privado firmado meses atrás, antes de que se destaran las hostilidades, concede libertad absoluta a cualquiera de los tres accionistas para negociar la venta de sus títulos y sellar acuerdos, pero también la obligación de comunicarlo a sus compañeros de viaje, que pueden hacer valer su derecho de adquisición.
La sindicación de las acciones no afecta a todo el porcentaje que maneja Serra Ferrer (un 53 por ciento de la SAD balear), pero si a un número de títulos suficientes para conceder el control del club a Pedro Terrasa (25%) si logra el apoyo del consejero alemán Utz Claassen (20%).
Durante los últimos días, Jaume Cladera ha aireado que han llegado al club varias ofertas de compra y ha incidido en que Terrasa no tiene ningún derecho a veto. El presidente no ha mentido sobre el influjo del consejero de Luz y Sol en una posible transacción, pero tampoco ha contado toda la verdad. De hecho, un incumplimiento del acuerdo de sindicación podría acarrear un largo contencioso, indemnizaciones millonarias y la pignoración cautelar de las acciones.
Otro aspecto que debería valorar cualquier comprador potencial del Real Mallorca se circunscribe al nombramiento del consejero delegado. Los estatutos de la SAD especifican que son necesarios dos tercios del consejo de administración para su designación, lo que conduce de nuevo a las figuras de Terrasa y Claassen.