Mallorca 1 - 0 Zaragoza
Mallorca: Aouate; Cendrós, Ramis, Chico, Cáceres; Pereira, Martí, Pina, Castro (Nsue, min. 77); Víctor (Martí Crespí, min. 92) y Hemed (Bigas, min. 85)
Real Zaragoza: Roberto; Lanzaro, Da Silva, Paredes, Abraham; Dujmovic (Edu Oriol, min. 55), Zuculini (Juan Carlos, min. 80), Apoño; Lafita, Luis García (Barrera, min. 68); Helder Postiga.
Gol: 1-0, min. 33: Víctor, de cabeza;
Árbitro: Álvarez Izquierdo (comité catalán). Amonestó a Abraham, Pina, Cáceres, Luis García, Chico, Lanzaro.
A falta de cuatro jornadas y por décimo sexta campaña consecutiva, el Mallorca vuelve a manejar argumentos para sentirse orgulloso. Al menos en el terreno deportivo, donde el club ha conseguido erigirse ya en uno de los clásicos de Primera gracias a la redacción de los mejores episodios de su historia. A pesar de soportar otro año ese zumbido institucional que condiciona una y otra vez su camino, el equipo de Caparrós ha vuelto a acabar los deberes antes de tiempo y puede invertir lo que resta de campeonato en disfrutar de su recompensa. Se acabaron las prisas, los nervios, las dudas e incluso aquellos terribles fantasmas de la temporada pasada, presentes durante un montón de meses en la grada y el vestuario. En otro partido pesado, nublado y áspero de principio a fin, el conjunto isleño echó otra vez mano de su versión más pragmática para cercenar la progresión del Zaragoza y echarle el candado a ese alojamiento que ocupa entre los grandes desde el verano de 1997. Colorín, colorado... (1-0).
A pesar de lo que había en juego en Son Moix, al Mallorca le costó abrirse paso y se dejó llevar por la falta de sangre del rival que tenía delante, forzado a ganar para no despeñarse. Los maños, en un primer cuarto de hora desconcertante, fabricaron hasta tres buenas oportunidades, la más peligrosa desde la pizarra, que no tuvieron continuidad en la trama del partido. Sobre todo a medida que avanzaba el cronómetro. Antes de la primera media hora, el conjunto mallorquinista se metió de lleno en el debate con un gol mal anulado de Chico y un disparo raso de Hemed que Roberto tuvo que desviar a córner. El equipo estaba reuniendo fuerzas para dar el golpe definitivo sobre la mesa y sólo tuvo que sacudir el brazo para soltarlo en el momento justo. Otro saque de esquina lanzado por Castro y la aparición de Víctor hicieron el resto. El de Algaida, consolidado a estas alturas como el jugador más desequilibrante de la plantilla durante el ejercicio, empujó la bola a la red con un suave cabezazo que le dedicó a Álvaro y cerró la ventana del miedo al menos hasta después del verano.
Con el gol iluminando el marcador ni el juego mejoró ni el Zaragoza encontró la forma de responder, por lo que el partido se fue apagando al tiempo que se encendía la grada. Era el momento pasar página, sonreír y celebrar que el objetivo está a salvo. El Mallorca seguirá siendo otro año de Primera.