Poco a poco, punto a punto, el Mallorca empieza a llenarse los bolsillos. El equipo bermellón, que con mucho sufrimiento ha logrado conectar cuatro jornadas sumando, se encuentra a un partido de distancia del abismo y quiere aprovechar el impulso para dar el primer gran salto de la temporada, abrir una pequeña zanja con respecto al barranco y empezar a marcar el territorio. Ante eso, Joaquín Caparrós tiene muy claro que su grupo debe aprovechar la ocasión que le ofrece el calendario para cerrar el año con una sonrisa y algo de optimismo en la mochila. Superado ya el primer tercio de la competición, los bermellones tienen dos encuentros por delante para archivar el 2011. Y teniendo en cuenta que en ambos se medirán a enemigos directos (Zaragoza y Getafe) y que el valor del botín se duplicaría, el último objetivo del año parece claro: asegurar 21 puntos, la mitad de la cantidad exigida inicialmente para blindar la salvación, a dos citas para el final de la primera vuelta.
Rehabilitación
La conclusión del partido de Granada ha suavizado la temperatura en torno al Mallorca, que acabó rescatando un punto que parecía perdido. La escuadra rojilla, que tras la llegada del entrenadior utrerano sólo ha doblado una vez la rodilla a domicilio (cayó goleado ante el Barcelona en el Camp Nou, 5-0), está todavía pendiente de estabilizar su propuesta sobre el campo para hacerla más consistente, pero al menos ha encontrado un pequeño refugio en los números. No obstante, sigue arrastrando varias cuentas pendientes y para ahorrarse problemas en el futuro debería empezar a saldar cuanto antes algunas de ellas.
La más importante de todas recuerda que el equipo sigue sin estrenar la cuenta de victorias a domicilio esta temporada. El último y único gran golpe que ha propinado como forastero a lo largo del año natural data de principios de marzo (frente al Espanyol en Cornellà, en un partido correspondiente a la campaña anterior) y desde entonces su mayor cosecha ha sido siempre un empate. En esa dirección, la última posibilidad de maquillar las cifras se esconde entre los muros de La Romareda. Allí encontrará el domingo a un conjunto angustiado y necesitado que puede acusar la presión de su propio público en el caso de que el guión no les sea favorable. Si completa la misión de arrebatar los tres puntos al conjunto de Aguirre el Mallorca recibirá después al Getafe con la ocasión de sacarse otra espina, la de encadenar por primera vez dos triunfos desde el pasado mes de enero.
No obstante, la primera parada está en la capital del Ebro y de momento ni la plantilla ni el cuerpo técnico están dispuestos a mirar más allá. Entre otras cosas, porque el Zaragoza les recibirá con el cuchillo entre los dientes. Los jugadores del conjunto maño llevan toda la semana concienciándose de la importancia del partido y la palabra «final» es la más repetida en el vestuario. Y si el miércoles era Pablo Barrera el que recordaba que «hay que salir a jugar al cien por cien o más y solamente tener en la mente que hay que sacar los tres puntos», ayer era Lanzaro el que le exigía intensidad a sus compañeros: «Yo soy optimista porque hay un grupo muy bueno. Eso es lo más importante en momentos de dificultad.
Estamos todos juntos, vamos todos en la misma dirección, trabajamos bajo la dirección del entrenador y hay que dar todos un poco más. Damos el cien por cien y no basta así que hay que dar un doscientos por cien», destacaba.