Mallorca 0 - 0 Sevilla
Mallorca: Aouate; Cendrós, Chico, Ramis, Bigas; Nsue, Tissone, Pina, Alfaro (Álvaro, min. 87); Castro (Tejera, min. 75); Hemed (Víctor Casadesús, min. 79)
Sevilla: Javi Varas; Cáceres, Spahic, Escudé, Fernando Navarro; Jesús Navas, Medel (Fazio, min. 75), Armenteros, Rakitic (Campaña, min. 60); Trochowski (Luis Alberto, min. 67) ; Manu del Moral.
Árbitro: Teixeira Vitienes (comité cántabro). Amonestó a Bigas, Medel, Castro, Spahic, Tejera.
Las jornadas pasan, el Mallorca prospera... y sus números permanecen congelados. El equipo balear, agarrado al cuaderno de Caparrós y visiblemente rehabilitado de sus últimos batacazos, parece haber reanudado su crecimiento justo cuando empezaba a adentrarse en las arenas movedizas de la clasificación. Sin embargo, esa evolución tampoco oculta que muchas de sus lagunas se siguen enfatizando. Sobre todo en ataque, donde las alarmas no dejan de sonar. A pesar de su falta de continuidad, la plantilla ha recuperado la actitud, la ambición y el apetito, pero no llega a proyectar sobre el marcador ninguno de esos avances y eso siempre supone un riesgo añadido. Entre otras cosas, porque su moral corre el riesgo de debilitarse y porque el vestuario se puede llegar a sentir atrapado. Aprovechando la visita del Sevilla, la formación isleña bordó anoche una de sus actuaciones más sólidas y persuasivas. Levantó la cabeza, se mostró superior al conjunto hispalense y se reconcilió la grada. En cualquier caso, también lo hizo con el cargador vacío. Su fútbol volvió a derretirse en el área de Varas y abandonó el tapete con un botín insignificante, con la dolorosa sensación de que se le habían caído dos puntos del bolsillo. Una extraña percepción que se vuelve todavía más amarga al echarle un vistazo al calendario, ya que la Liga vuelve a detenerse y el desarrollo del grupo queda otra vez suspendido (0-0).
A diferencia de lo que suele ser habitual en Son Moix, donde el Mallorca normalmente no encuentra obstáculos para dominar de salida, el Sevilla entró en el partido avasallando. Seguramente empujado por su teórica supremacía, el cuadro de Marcelino desplazó al conjunto anfitrión a su área y le mantuvo allí durante la primera fase del encuentro. Y aunque su gobierno era real, tampoco destacaba por su profundidad y los baleares acabaron sacudiéndose la presión de manera progresiva. De hecho, la primera mitad se podía haber representado sin porterías. Sólo un disparo lejano de Nsue que ahuyentó Varas desafió a la montonía, que unicamente iba a quebrarse en el descanso.
Con el segundo acto llegó también la mejor versión del Mallorca. El equipo rojillo salió transformado y además de invertir claramente la tendencia de los primeros pasajes del duelo, cuajó veinte minutos casi perfectos. Con Tissone dirigiendo el tráfico, Nsue y Castro enchufados y Alfaro abriendo el paso en la frontera del área, los bermellones produjeron ocasiones de sobra para liquidar el partido. Eso sí, todas acabaron en las manoplas de Javi Varas o, en su defecto, en la pista de atletismo.
Una vez agotados los fuegos de artificio, la escuadra local bajó un escalón y el Sevilla volvió a levantarse, pese a que el final ya estaba escrito. Y es cierto que el punto sabe poco, pero puede que el Mallorca haya encontrado el camino.