Corrales: caso cerrado. El Mallorca y el lateral izquierdo alcanzaron durante la tarde de ayer un acuerdo para rescindir el contrato que les debía mantener unidos hasta junio de 2012 y concretar la salida más conveniente para ambas partes. El club balear, que abonará una parte de la ficha que le correspondía al andaluz esta temporada (250.000 euros), alivia sus arcas desprendiéndose de uno de los futbolistas con los que no contaba de cara al nuevo proyecto, mientras que el defensa podrá negociar a partir de ahora su futuro en otro equipo con la carta de libertad bajo el brazo.
La relación entre el Mallorca y Corrales nunca ha terminado de cuajar y se había ensuciado en exceso durante los últimos meses, en los que el jugador apenas entraba en sus planes. El zaguero llegó a la entidad en verano de 2008 procedente de Osasuna para cubrir la baja de Fernando Navarro (acababa de ser traspasado al Sevilla), aunque nunca llegó a consolidarse en el flanco zurdo de la línea defensiva y su cuota de protagonismo se fue reduciendo de forma progresiva. Además, su incorporación se tradujo en una inversión de especial relevancia de la que el club isleño apenas se ha beneficiado. Entre otras cosas, porque además de los 800.000 euros que costó su fichaje la SAD abonó una comisión de otros 120.000 al agente del futbolista (Manuel García Quilón) y le redactó un contrato de cuatro años que le incluía entre los mejor remunerados de la plantilla.
Nula rentabilidad
Deportivamente, el Mallorca no le ha sacado partido a Corrales. Su llegada coincidió en el tiempo con la de Ayoze Díaz y aunque en su primera temporada uno y otro se repartieron los compromisos del equipo, a partir del verano del siguiente el canario se apropió de la plaza de la titular y el andaluz, que se situaba entonces en el punto de mira debido a los problemas económicos del club, quedó relegado a un segundo plano. Ya nada volvería a ser igual para él.
La situación de Corrales se siguió enrareciendo aún más con el último cambio de propiedad. Serra Ferrer le señaló desde su desembarco en el Iberostar Estadi con el propósito de liberar al club de su ficha en un momento particularmente delicado. En cualquier caso, el acuerdo para lograr su salida no se produjo ni en verano ni en invierno y Corrales consumió prácticamente en blanco su tercera campaña vestido de rojo. La irrupción de Kevin García y la confianza de Laudrup en las prestaciones de Ayoze le convirtieron en el tercer lateral del plantel y apenas intervino en la vida del grupo. Sólo disputó dos encuentros del campeonato de Liga, que elevaban a 32 las cifras globales de una modesta tarjeta de presentación.
Quique Corrales desconoce todavía donde jugará el próximo ejercicio, aunque confía en que su futuro se resuelva cuanto antes. Mientras el panorama se aclara, aprovechará sus últimas horas en Palma para despedirse de sus compañeros, a los que espera visitar mañana en Son Bibiloni «Siento un poco de pena por irme, pero quiero desearle lo mejor al club y a sus jugadores. Ha sido un honor haber pertenecido al Mallorca», señalaba ayer. «Ambas partes estamos satisfechas y no ha ganado ni uno ni otro, ha sido de mutuo acuerdo. Mi situación no era fácil y hay que seguir para adelante a ver a dónde vamos a partir de ahora», finalizaba.