Es una de las nuevas sensaciones del fútbol español, la revelación de la temporada en Segunda y, desde hace unos meses, uno de los sueños de Llorenç Serra Ferrer para su segundo proyecto al frente del Mallorca. Sin embargo, su regreso a Son Moix se complica por momentos y todo apunta a que Dani dará el curso que viene el gran salto a la máxima categoría con una camiseta distinta a la bermellona. Y mientras el futbolista se aleja, va quedando al descubierto la herencia del anterior director deportivo y su pésima gestión. Durante el verano de 2009, después de dos cesiones y ni una sola oportunidad en el primer equipo a pesar de los numerosos avisos que había enviado, Nando Pons decidió abrirle la puerta trasera del club al extremo de Lloseta y forzó su traspaso al Udinese italiano por algo más de medio millón de euros, un dinero que sería destinado a pagar el primer plazo correspondiente al traspaso de Aritz Aduriz. La joya de Son Bibiloni volaba y aunque ahora la entidad pretende hacer lo imposible para rescatarla, de momento, hay poco que hacer.
El traspaso de Dani Benítez va a quedar reflejado en la biografía del club como uno de los grandes gazapos del último lustro gracias a la maniobra de Pons, tal y como ya ha recordado en alguna ocasión el propio Dani. «Me fui un poco obligado por Nando. No quería salir del Mallorca, me quería ir cedido y luego poder tener una oportunidad en el primer equipo, pero él me dijo que el club necesitaba efectivo para el fichaje de Aduriz y se llegó a un acuerdo para salir», relataba a finales de marzo ante los micrófonos de Onda Cero e IB3 Ràdio.
Detalles oscuros
Al margen de esa extraña marcha que ahora condiciona de manera terrible la vuelta de Dani a Son Moix, se dieron otras circunstancias igualmente oscuras en torno al futbolista, ya que su contrato desapareció misteriosamente de las oficinas del club y la nueva propiedad tuvo que ponerse en contacto con los representantes del centrocampista para recuperarlo. Gracias a eso, Serra Ferrer descubrió que el Mallorca todavía conservaba un pequeño porcentaje de los derechos del jugador (20%), un dato especialmente significativo ya que puede resultar básico en una futura negociación o, en su defecto, reportarle a la entidad balear unos beneficios con los que seguramente no contaba a principios de campaña.
Nando Pons contó con la complicidad de Gregorio Manzano a la hora de ningunear a un futbolista que ahora se disputan clubes como Valencia, Sevilla, Osasuna o Sporting (estos dos últimos se pusieron en contacto con su agente esta misma semana para conocer su situación). Después de brillar en la cantera rojilla, de llamar la atención de otros conjuntos (uno de ellos era el AEK, dirigido entonces por Serra Ferrer) o convertirse en uno de los habituales de las categorías inferiores de la selección española, el zurdo maravilló al resto de la Tercera División balear con el filial durante la temporada 2006-07 y la dirección deportiva decidió blindarlo con una ampliación de contrato hasta 2012, que venía acompañada además de la promesa de que probablemente se pondría a las órdenes de Manzano un año después. Sin embargo, se le cedió al Pontevedra de Segunda B y un año más tarde al Elche, el paso previo a su desvinculación. «En una pretemporada con Manzano la gente del filial estaba muy bien y yo había sido uno de los mejores, pero él ni siquiera nos dijo hola. Tenía bastante asumido que no iba a tener una oportunidad en el primer equipo», recordaba Dani Benítez hace tan solo unos meses.
Nando Pons, preocupado entonces en otras operaciones o en los negocios inmobiliarios de la sociedad Mallorca Klepe SL, dejó escapar a uno de los jugadores con más futuro del fútbol balear. Y como siempre, el único perjudicado vuelve a ser el club...