Este cuento se acabará hoy...o no. Todo depende del Mallorca y del puñado de equipos que esta temporada se han empeñado en convertir el final de Liga en una historia cargada de suspense y que hubiera firmado el mismo Alfred Hitchcock. El brillante director de cine basaba mayoritariamente sus películas dando más información al espectador que al propio protagonistas sobre los peligros que se avecinaban. De esta forma lograba tener en tensión a los sufridos tele espectadores. Esta Liga es más o menos así, aunque aquí, ni los futbolistas ni los espectadores saben qué diablos puede pasar cuando a partir de las nueve de la noche empiecen todos los partidos de esta penúltima jornada.
Puestos a realizar un ejercicio de 'futbol-ficción', hoy el Mallorca debe salir con la victoria de Almería y debe hacerlo porque de esta forma podría entonar con fuerza que ha llegado al final de la cuenta atrás en la lucha por la permanencia y también porque si no gana las innumerables cuentas y combinaciones que se han venido haciendo estos dos días, tendrán plena vigencia en la última semana de Liga y eso, por qué engañarse, no hay nadie que lo soporte.
El conjunto andaluz está ya descendido a Segunda División y es un mero espectador en esta película de miedo.
Sin problemas
No debería tener problemas el grupo balear para certificar el objetivo de la permanencia, que en condiciones normales, ya hace semanas que estaría finiquitado, de no ser porque en esta Liga casi todos han despertado al final y el miedo a descender ha motivado una huida hacia adelante cuya última escena, hoy por hoy, es todavía incierta.
Sin embargo, un vistazo al papel que ha venido llevando a cabo el Mallorca fuera de casa de un tiempo a esta parte, indica que puede perder con cualquier, incluso también con el Almería. Basta con echar un vistazo a partidos como los disputados en Riazor, Santander o sin ir más lejos el último precedente en Alicante, donde los rojillos llegaron a despreciar toda una primera parte. ¿Qué Mallorca se verá esta tarde? Es una buena pregunta, pero de respuesta incierta. Michael Laudrup quiere que los jugadores salgan enchufados desde el principio, pero en muchos encuentros las ideas del entrenador han circulado por un carril y los jugadores han transitado por otro. Sólo de esta manera se entiende que el equipo, que ha firmado un enorme curso, sobre todo en la primera parte, se haya metido en líos a media que se cerraba el invierno futbolístico y llegaba la primavera.
Con un ojo en partidos como el Getafe-Osasuna y el Zaragoza-Espanyol, entre otros, el Mallorca saldrá a jugar su partido consciente de que depende de él circunstancia que a estas alturas es un triunfo incontesable tal y como está el vagón de cola. Incluso sin ganar ni empatar ninguno de los partidos que le restan el equipo balear tiene todos los ases en la manga para seguir en Primera, pero eso es tentar en exceso a la suerte. Por esto hoy es importante ganar, porque de hacerlo a no hacerlo, media después hacer un balance final que rozaría la exquisitez a tener que hacer un resumen más o menos mediocre, más que nada porque en el fútbol suele prevalecer el final y éste habrá sido terrorífico.
Mismo bloque
Dudú Aouate regresa, otra cosa es que tenga la confianza necesaria para jugar de inicio, mientras que el once titular depende en parte de conocer si Joao Victor se mantendrá en el lateral derecho o seguirá Pau Cendrós en esa zona del campo. A partir de ahí más o menos lo de las últimas jornadas, pero más que de hombres o de nombres, el problema es de actitud, de predisposición, de garra y de fe. Conceptos de los que ha carecido el Mallorca fuera de casa en estas últimas semanas de competición. Bueno sería que hoy todos esos valores se pusieran en liza para dar carpetazo a una temporada que se está haciendo agónica, larga y hasta por momentos tediosa. Hay tanta prisa por terminar, que da la sensación de que en el vestuario han acabado demasiado pronto. Hoy hay partido. Partido de salvación.