Pertenecen a la misma generación, han compartido vestuario, conocen mejor que nadie las entrañas del fútbol español y su ruta por los banquillos de la Liga arrancó desde el mismo punto. Michael Laudrup y Quique Sánchez Flores no sólo forman parte de esa hornada de jóvenes técnicos que en los últimos años han tomado el mando del fútbol español, sino que cuentan también con dos trayectorias muy similares, casi paralelas, y con un manual plagado de coincidencias que convertirá el encuentro lunes en uno de los pulsos más interesantes a los que se ha enfrentado hasta ahora el danés como entrenador del Mallorca. El equipo balear, lanzado tras sus dos últimas victorias en el torneo regular, medirá la profundidad de la crisis que afecta estos días al conjunto rojiblanco, que en menos de una semana ha sufrido serios daños en su línea de flotación. Y aunque a los dos preparadores apuntan al tapete como el único escenario de la batalla, la clave del partido se esconde en el área técnica del Vicente Calderón.
Los caminos de Laudrup (Copenhague, 1964) y Quique (Madrid, 1965) se juntaron por primera vez en el verano de 1994, después de que Ramón Mendoza los reclutase para darle lustre el proyecto que acababa de confiarle a Jorge Valdano en el Real Madrid. Uno venía de tomar el puente aéreo tras desvincularse del eterno rival, el Barcelona, mientras que el otro llegaba a Concha Espina procedente de Mestalla, donde cerraba un ciclo de diez temporadas a un alto nivel. Se instalaron sin problemas en el once tipo blanco (el hoy técnico del Mallorca disputó 33 encuentros y el del Atlético, 30), participaron activamente en algún que otro partido histórico y se alzaron con un título de Liga que ponía fin a cuatro años de dictadura del Dream Team. Algo peor les rodaron las cosas durante el curso siguiente. Su equipo navegó en el campeonato y el Madrid, que acabó el ejercicio bajo las coordenadas que marcaba Arsenio Iglesias, no pudo pasar de la sexta plaza. Laudrup emprendió entonces rumbo a Japón para firmar por el Visel Kobe y Quique se comprometía con el Zaragoza, donde pondría fin a su carrera.
A partir de ahí, el escandinavo y el madrileño reorientaron sus carreras y se centraron en la parcela técnica. Quique se estrenó antes en la Liga asumiendo el volante del Getafe mientras Laudrup cogía experiencia en el Brondby. Tres años después, con el ex lateral ya al frente del Valencia, el danés también accedería al vestuario del Coliseum, donde dejó una agradable impresión. Fue en esa época cuando volvieron a encontrarse para darle forma al único enfrentamiento que han protagonizado desde el banco. El 26 de septiembre de 2007, sobre la lona de Mestalla, el conjunto che derrotó al cuadro azulón (2-1) y Quique cobró ventaja en un duelo que no pudo reeditarse en la segunda vuelta porque fue destituído semanas después de aquel cruce. Ahora se encuentran de nuevo y, curiosamente, el que más problemas arrastra es el entrenador del Atlético, que no puede alargar la caída de su equipo en un momento fundamental de la temporada.