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Castro y Webó elevan al Mallorca al cielo europeo

Los jugadores del RCD Mallorca celebran el segundo gol ante el Málaga CF, conseguido por el centrocampista uruguayo Gonzalo Castro 'Chori' Castro. | Montserrat T. Diez

| Palma de Mallorca |

Mallorca 2 - 0 Málaga


Mallorca: Aouate; Cendrós, Ramis, Nunes, Kevin; Pereira, Martí, De Guzmán, Castro (Tejera, min. 75); Nsue (Joao Víctor, min. 68) y Webó (Cavenaghi, min. 79).

Málaga: Rubén; Torres, Wellington, Kris,Jesús Gámez; Recio, Iván González (Fernando, min. 63)), Eliseu, Duda (Portillo, min. 63); Sebas Bruno (Owusu-Abeyie, min. 73), Rondón.

Goles: 1-0, min. 49: Webó recibe una asistencia de Castro y marca por la derecha del meta Rubén; 2-0, min. 54: 'Chori' Castro es habilitado por Webó, regatea a Rubén y marca a puerta vacía.

Àrbitro: Delgado Ferreiro (comité vizcaíno). Amonestó a De Guzmán, Ramis, Welington, Kris, Webó.


A pesar de vivir permanentemente envuelto por la bruma y de estar obligado a reinventarse cada verano, el Mallorca reposa otra vez sobre suelo europeo. Esa zona exclusiva de la clasificación, de la que no sacó en ningún momento los pies la temporada pasada, le devolvió anoche su espacio al conjunto bermellón, que en apenas trece jornadas ha vuelto a reivindicarse a gritos mientras le echaba el candado a la mitad de la permanencia. Después de un primer acto plomizo y marcado por el dominio del Málaga, los de Laudrup se pusieron de pie tras el descanso y adelantaron dos puestos en la parrilla de la Liga gracias a la conexión Castro-Webó. Parece que da igual lo que pase fuera del campo. Dentro, la fiesta continúa (2-0).
Esta vez descubrió el Mallorca un perfil de partido inesperado. Esperaba el técnico local a un Málaga parapetado en su área y se encontró con todo lo contrario: un equipo fresco, atrevido y descarado que reclamó desde el inicio la gerencia del encuentro para ir después adaptándolo a su antojo. Martí rompió el hielo con un disparo desde la perifería del área, pero fueron los blanquiazules los que abrieron a continuación las hostilidades. Pellegrini extendió sus redes y el conjunto andaluz empezó a carburar a un ritmo sorprendente hasta ocupar casi toda la mitad del campo rojillo. Los isleños se dieron cuenta de que les habían amordazado poco antes de la primera media hora, tras una galopada de Sebas que tuvo que detener Ramis a la fuerza y jugándose la expulsión. Son Moix, que contuvo la respiración mientras Delgado Ferreiro escogía el grado de la amonestación, respiró aliviado al ver la cartulina amarilla que recibía el pobler. La acción, en cualquier caso, derivó en un peligroso libre directo que cortocircuitó Aouate. Eran momentos muy duros para el Mallorca, que se acentuaron cuando Weligton estampó un balón contra el palo a la salida de un córner, o cuando el portero bermellón tuvo que duplicarse para impedir que Rondón le quitase el precinto al marcador. En la otra mitad del cuadrilátero el Mallorca no fabricaba una sola jugada convincente. Nsue parecía desorientado, De Guzman era una sombra, Castro no aparecía y Webó estaba incomunicado entre la barrera que protegía el pórtico de Rubén.

El descanso resultó una bendición para los baleares, aunque al principio el guión transmitiese la sensación opuesta. El Málaga conservó su firmeza y el Mallorca su espesura, aunque apareció Castro para solucionarlo y sepultar la mejor ocasión de la tarde, lanzada a la basura por Eliseu. El uruguayo advirtió primero indicándole el camino a Nsue, pero fue un segundo envío, en este caso a Webó, el que rajó el partido. El tanque camerunés, que partió en posición dudosa, no falló y agujereó a media altura la portería malaguista. Problema solucionado (minuto 50).

Propulsado por esa inesperada ventaja, los rojillos no permitieron que la función se enfriara y la despacharon al instante, mediante un simple intercambio de papeles en ataque. Webó le devolvió al Chori el favor anterior obsequiándole con una pelota cargada de oro y el charrúa la depositó en el fondo del marco tras sortear a Rubén en su salida.

A partir del segundo hachazo, el Mallorca pudo echarse de nuevo a dormir y sólo se levantó de la cama en los postres, por culpa de un penalti de Cendrós sobre Eliseu. Pero Aoaute, inmenso como casi siempre, lo detuvo para subirle de nuevo la temperatura a la fiesta. Que no pare la música.

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