Josep Pons convocó a los medios en un hotel de Palma, lejos de Son Moix. «Es una cuestión personal, que no tiene nada que ver con el club», manifestó. Inició su exposición leyendo una declaración en la que relataba su versión y se declaraba abiertamente «inocente». «No existe ante ningún tribunal o juzgado español o ante ningún tribunal o juzgado en Austria, ninguna demanda contra mí de ningún tipo. No existe en el Ministerio de Asuntos exteriores español ningún procedimiento ni ningún expediente abierto en el que yo esté involucrado cualquiera que sea la causa. Lo que ustedes quizás tengan conocimiento directo o indirecto es de una queja o exposición de hechos en el ámbito estrictamente laboral de una empleada del servicio de la residencia de la Embajada de España en Viena», comentó Pons en su intervención inicial.
Sobre los hechos expuestos por la empleada, el presidente del Mallorca subrayó. «Esta abogada por su cuenta y riesgo calificó el relato de la empleada como una posible molestia sexual de acuerdo con la ley austriaca. Al respecto quiero afirmar con rotundidad, que nunca hubo por mi parte ninguna actitud, gesto, ninguna mirada e insinuación de naturaleza sexual ni ningún gesto o actitud de carácter humillante o degradante ante esta empleada. La única equivocación que puedo haber cometido es haber confiado indebidamente en esta persona tres días después de una operación de menisco, cuando andaba con muletas, no podía extender la pierna y necesitaba ayuda», dijo.
Pons insistió en que «desde que se produjo esta iniciativa por parte de la empleada, -la de dar constancia a una abodada de los hechos presuntamente acontecidos-, el pasado mes de diciembre, hasta ahora he sufrido un verdadero acoso por parte suya y por gente de su entorno con amenazas de todo tipo para que reconociera una culpabilidad que nunca había existido. Quiero afirmar con toda rotundidad que nunca he reconocido porque nunca he cometido ningún acto ilegal y por tanto siempre he rechazado cualquier cuestión de indeminación que tuviera que ver con una ley. Lo que sí es cierto es que para evitar situaciones enojosas y el deterioro de la situación laboral, inicié un procedimiento amistoso para poner fin al asunto, este procedimiento ha fracasado ante la exigencia de la abogada austriaca porque quería que reconociera una culpabilidad que como he dicho es imposible asumir por mi parte», señaló. «Mantengo mi inocencia y no ha pasado nada».
Pons calificó de «movimiento defensivo de una empleada de servicio que intenta presionar a su superior, en un momento especialmente difícil para ella por su conflictividad laboral contando mentiras y buscando una calificación que cause impacto», asegura. «Llevo siete meses con esta cuestión abierta, conteniendo mi irritación y mi enfado en razón de mi cargo, pero nada me ha impedido ejercer mis funciones como embajador durante este tiempo y he contado en todo momento con el apoyo del ministro, Miguel Àngel Moratinos», relató el presidente del club. Sobre los motivos que pudieron impulsar a esta empleada a obrar como lo hizo, Pons dijo: «Soy muy exigente en mi trabajo, me gustan las cosas bien hechas, me encontré con una embajada con cierto nivel de conflictividad, con muchas reivindicaciones, con muchos problemas de funcionamiento e intenté poner orden y tengo la impresión de que eso no gustó a alguien», declaró. El embajador insistió en que sus razones para acceder a la presidencia del Mallorca fueron la confianza en Serra Ferrer, el hecho de colaborar en un proyecto mallorquín y también influyó la posibilidad de estar mucho más tiempo junto a su madre y su familia.
Pons anunció que no dimitirá y que seguirá como presidente «hasta que le consejo me retire su confianza». Por el momento, añadió, «haré dejadez de mis funciones hasta nuevo aviso». En su momento no dijo nada al club sobre este conflicto, «porque no lo sabía mucha gente. Era algo que no tenía la trascendencia que está teniendo, pero respeto la opinión de todo el mundo», dijo.