El Mallorca ya está a las puertas de la antigua suspensión de pagos. El club balear registró ayer en el Decanato Civil de sa Gerreria de Palma una comunicación previa de concurso de acreedores que le habilita para negociar una propuesta anticipada del convenio regulador con sus acreedores en un plazo máximo de cuatro meses. Ese trámite, incluido en la reforma de la Ley Concursal de marzo de 2009, blinda a la entidad ante cualquier solicitud de concurso necesario y le permite conservar el control de su gestión, además de seguir operando con total normalidad. Gracias a su última maniobra, Mateu Alemany ha ganado tiempo para renegociar el vencimiento de sus deudas y apurar todas las posibilidades de vitar el concurso. En el caso de que no lo consiga, al menos podrá preparar la declaración del mismo sin la tensión de exponerse a una salida mucho más drástica, aunque tendrá que hacerlo obligatoriamente durante el mes de mayo.
El máximo accionista y consejero delegado del Mallorca ha querido adelantarse a cualquier posible denuncia, que además de forzar el concurso necesario le hubiera arrebatado los mandos del club a su actual órgano de gobierno (el consejo de administración) para entregárselo a unos administradores concursales. Y lo ha hecho acogiéndose a una figura que reconoce que se encuentra formalmente en un estado de insolvencia. Ese mismo camino, que también ha sido elegido por otras muchas empresas en apuros como la última solución prevía al concurso, le concede una nueva posibilidad para seguir funcionando de forma autónoma, aunque ya no podrá dar marcha atrás. Tiene tres meses por delante para renegociar su pasivo y evitar la antigua suspensión de pagos, aunque también es probable que se trate únicamente de un mecanismo para ganar tiempo y preparar mucho mejor el terreno ante lo que se avecina. Lo único que está claro es que la salud del club atraviesa por uno de los tramos más críticos de toda su historia y que se halla en un camino sin retorno posible.
La amenaza del concurso llevaba tiempo planeando sobre Son Moix. Desde hace años, el Mallorca vive muy por encima de sus posibilidades y cuenta con una estructura totalmente sobredimensionada que le ha atrapado en un callejón sin salida después de acumular casi 50 millones de euros de deuda. Al déficit acumulado ante Hacienda (en torno a los 15 millones de euros), hay que añadir las cargas existentes con otros clubes (el Athletic, por ejemplo está pendiente de cobrar aún una parte importante del traspaso de Aduriz), proveedores y, por supuesto, el gasto inasumible que genera una plantilla que está muy por encima del tamaño de la sociedad anónima isleña. La escalada salarial promovida durante la era Grande y los dispendios de la dirección deportiva han cubiero de nubarrones el futuro isleño.
Sin salidas
Hasta ahora, el Mallorca había intentado regatear el concurso por varias vías. Sin embargo, ninguna de ellas fructificó. Tras la salida del club de los Martí Mingarro, Alemany recuperó el volante con la intención de sobrevivir durante lo que queda de temporada sin descuidar la opción de encontrar un comprador solvente que se hiciera cargo de la entidad a final de curso. Mientras tanto, esperaba obtener una salida convincente al conflicto del Sitjar para revitalizar las arcas o traspasar algún futbolista durante el mercado de invierno. Pero nada ha funcionado. El asunto del viejo estadio de Es Fortí va camino de enquistarse y la única oferta que ha llegado durante el mes de enero a las oficinas del club (la del Celtic por Iván Ramis) no ha cristalizado.