Mallorca fue el epicentro del ajedrez mundial hace dos décadas. Los mejores tableros del planeta se reunieron en las antiguas instalaciones del Gran Casino de Mallorca, donde representantes de 137 países dieron forma a la 36ª Olimpiada. Del 15 al 30 de octubre de 2004, Calvià fue el epicentro universal de este deporte, acogiendo la competición de referencia tras el Campeonato del Mundo y la más valiosa por equipos, además del 75 Congreso de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), donde la sombra del histórico dirigente filipino Florencio Campomanes seguía presente pese a no dirigir directamente los destinos del ajedrez internacional.
Debía ser Cala Galdana, en Menorca, la sede de esa competición, pero finalmente acudió Calvià al rescate para salvar el proyecto y dejar en España la Olimpiada, en la que los Grandes Maestros Internacionales baleares Paco Vallejo, junto a Shirov, y Mónica Calzetta -veinte años después todavía en activo y participantes en la Olimpiada de Budapest- fueron los referentes del equipo nacional en una cita en la que otros ilustres como Anand o Ponomariov dieron lustre a una competición que dejó como legado el Calvià Chess Festival, que dos décadas después continúa en la agenda manteniendo vivo el espíritu de aquella Olímpiada que tuvo como mascota a 'Peonín'.
Una cita en la que se homenajeó al legendario Arturo Pomar, primer gran exponente del ajedrez mallorquín y español, y en la que Ucrania y China se impusieron en las competiciones masculina y femenina, respectivamente. La sala del Gran Casino de Mallorca se convirtió el punto de reunión de maestros de los cinco continentes a lo largo de dos semanas que situaron en el mapa de ese deporte a Mallorca. El evento se promocionó previamente en varios países, especialmente en Rusia, buscando darse a conocer y presentar a Mallorca y Calvià como destino turístico y deportivo.
Aunque pocos podían intuir que la Olimpiada iba a acabar a golpes en una accidentada ceremonia de clasura. El vicepresidente de la FIDE (y Gran Maestro Internacional) por entonces, el georgiano Zurab Azmaiparashvili, fue detenido por agredir a un agente de la Guardia Civil al intentar irrumpir en el escenario. El dirigente fue denunciado por resistencia a la autoridad y alteración del orden público y tras un juicio rápido, fue puesto en libertad bajo fianza.
Ese incidente abrió aun crisis entre la FIDE y la Federación Española, que no cedió a las peticiones desmesuradas y caprichosas a la organización por parte de la Internacional. A ello se sumaron acusaciones referentes a posibles irregularidades e Israel pidió investigar un posible acuerdo fraudulento entre Georgia y Armenia.
Veinte años después, de aquella Olimpiada quedan el recuerdo y el legado que preserva el Calvià Chess Festival. Su escenario yace en ruinas de aquel episodio final apenas se volvió a hablar. Eso sí, para el recuerdo quedan aquellas dos semanas en las que el ajedrez mundial miró hacia Mallorca.