Acoso y derribo. Desde hace un tiempo el ciclista mallorquín Enric Mas es víctima de burlas y mofas en redes sociales, especialmente en Twitter. Lo que empezaron como meras críticas deportivas, algo comprensible en el deporte de primer nivel, ha terminado por convertirse en un desprecio constante e injustificable hacia el deportista de Artà. Este pasado martes, un individuo (me niego a calificarlo como aficionado) le llamó ‘paquete' al verlo pasar durante la Vuelta a España. El odio que algunos vuelcan en redes sociales sobrepasó la pantalla. Enric perdió los nervios y le contestó.
El mallorquín había finalizado la etapa tercero después de una gran actuación. Él mismo reconocía más tarde haber «vuelto a disfrutar de la bicicleta» tras el varapalo anímico que se llevó en el pasado Tour de Francia. Incluso en un muy buen día, donde solo merecía elogios y mensajes de ánimo para lo que le viene, recibió un comentario de desprecio.
A Enric Mas se le cuestiona y desprecia por no alcanzar las expectativas depositadas sobre él y por su actitud en carrera. «Es que nunca ataca», se le recrimina. Creo que Enric es el primero al que le gustaría poder atacar y atacar dejando atrás a todos sus rivales. Desde la comodidad de un sofá y con la barriga llena es muy fácil hablar y opinar. Yo mismo alguna vez lo pienso: «Joder Enric… es el momento, ¡ataca!».
Existe una pequeña técnica para valorar el trabajo o esfuerzo de los demás. Coger un día y probarlo de hacer tú mismo. A mi los sábados pachangueros de bicicleta con mi amigo Jaume, en los que a mitad de puerto y aunque el ritmo es lamentable me sale el corazón por la boca, me han servido para poder calibrar, en una escala infinitamente menor, los esfuerzos agónicos y prolongados a los que se someten los ciclistas profesionales. Basta con probarlo, aunque sean un par de quilómetros de ascenso. Os prometo que os van a entrar ganas de coger y aplaudir del primero al último corredor que se deja la vida en cada etapa. Enric, gane o no, no es un paquete; y tú, que le criticas con maldad, eres un boca chancla.