En el segundo esprint de la Vuelta volvió a repuntar la figura poderosa del irlandés Sam Bennett (Bora Hansgrohe), quien firmó un contundente doblete en un rápida tercera etapa disputada a través de 193,2 km con salida y meta en Breda, en la que otro corredor del Jumbo Visma, el italiano Edoardo Affini, pasó a enfundarse la roja. Otra jornada supersónica disputada a 47.1 km/hora, con nervios y calentones como el que indignó a Valverde porque el recorrido, con muchas carreteras estrechas, pero sin mayores sobresaltos para los mallorquines. Los mallorquines Enric y Lluís Mas han cruzado la línea de meta con el grupo sin ceder tiempo y mantienen sus posiciones en la general. El primero ocupa el puesto 57 a 43 segundos, mientras que el segundo aparece en la posición 165 a tres minutos y 43 segundos del líder.
Desenlace previsto al esprint, donde Bennett volvió a alzar de nuevo los brazos. El velocista del Bora, que llevaba dos años sin triunfar en las grandes, se llevó la etapa con un tiempo de 4h.05.53, por delante del danés Mads Pedersen (Trek) y del británico del Arkea Samsic Daniel McLay. En la clasificación general siguió la alternancia del maillot rojo en el Jumbo Visma, que sigue sacando rédito de su victoria en la crono inicial por equipos. Lo estrenó Gesink, en Utrecht se lo pasó a Teunissen y en Breda se lo enfundó el italiano nacido hace 26 años en Mantua Edoardo Affini. El ciclista transalpino llegará a Vitoria para descansar como líder, eso si, ficticio, pues el jefe real de la general es el esloveno Primoz Roglic, que es tercero, con 13 segundos de ventaja sobre el ecuatoriano Richard Carapaz y el español Carlos Rodriguez (Ineos), ambos a 13 segundos, rivales a tener en cuenta más directos.
Etapa maratón, la más larga de la presente edición que despidió al pelotón después de 3 días en los Países Bajos. La salida fue bendecida en la Catedral de Nuestra Señora, símbolo del gótico brabantino de la ciudad de Breda, por cuyo interior pasó el pelotón, unos a pie y otros en bici. Un homenaje floral recordó a las víctimas del Covid. Ninguno de los 181 participantes tuvo tiempo para disfrutar de la excelente colección de maillots que rodeaba el templo, algunos firmados por leyendas locales como Zoetemelk, Jan Janssen, o el belga Eddy Merckx, pero todos quedaron bendecidos antes de echarse a la carretera para vivir una jornada llana, nerviosa y complicada, pero propicia para el esprint.
Cuestión de fe, de fuertes creencias, como las de los 7 corredores que se lanzaron a la escapada del día. José Herrada (Cofidis), Van den Berg (EF Education), obligado en defensa del maillot de la montaña, Bakelants (Intermarché), De Gendt (Lotto Soudal), Ander Okamika (Burgos-BH), Pau Miquel (Kern Pharma) y Mikel Iturria (Euskaltel-Euskadi) se lanzaron en busca del milagro. Mucha ilusión invertida para un sueño imposible. Las etapas están caras. El septeto no alcanzó en ningún momento más de 5 minutos de renta. Al paso por la tachuela de cuarta de Ruzendeweg el pelotón ya tenía al grupo cabecero a tiro de piedra. El canadiense Michael Woods (Israel), uno de los aspirantes al podio, ya estaba camino del hospital tras una dura caída.
El belga De Gendt puntuó en cabeza en la cota y en el esprint intermedio de Sint Willebrord, luego se dejó alcanzar por la marabunta minutos antes del fin de la fuga a 14 de meta. A punto de activarse el protocolo del esprint otra caída derribó a Carapaz, pero sin consecuencias para el campeón olímpico. El Alpecin Deceuninck de Merlier mostró sus intenciones de lejos, trabajó a destajo en la aproximación tirando a bloque, pero el Jumbo tomó el relevo para llevar a sus efectivos dentro de la zona de seguridad de los 3 últimos km. El entonces líder, Teunissen, era un gregario más en la protección de Roglic, el patrón de la Vuelta aunque no vaya de rojo. Fue un esprint sin orden.
Ningún equipo parece imponer su "treno" en las pruebas grandes en la actualidad. Son muchas formaciones las que se ponen delante para lanzar a sus candidatos, como el UAE, quien atacó fuerte a menos de un km para lanzar a Ackerman. Pero los hombres del Bora se metieron por medio, al igual que los ahora amarillos del Arkea, pensando en las opciones de McLay. Entre todos emergió de nuevo la figura verde del irlandés Sam Bennett, poderoso, potente, capaz de rendir a todos sus adversarios. que le entregaron la llave de la victoria al compatriota del mítico Sean Kelly, ganador de cuatro maillots verdes en la ronda española. Fue la quinta victoria de Bennett en la Vuelta, proclamándose rey del esprint. El resto de oponentes lucharon como héroes para perder, para encajar una derrota digna, respetada, como aquella reflejada por Velázquez en "La rendición de Breda", cuando las tropas del ejército local representadas por Justino de Nassau entregaron las llaves de la ciudad al general del ejército español Ambrosio de Spinola.
Este lunes el pelotón de la Vuelta disfrutará de la primera jornada de descanso en la presente edición después de 3 jornadas en los Países Bajos. El martes regreso a la batalla ciclista con la cuarta etapa, ya en España, entre Vitoria y Laguardia, de 152,5 km.