El alemán Pascal Ackermann (Bora Hansgrohe), tras la descalificación de Sam Bennett en el VAR , estrenó su palmarés en la Vuelta ganando al esprint la novena etapa disputada entre Castrillo del Val y Aguilar de Campoo, donde el ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos) mantuvo el jersey rojo de líder y el mallorquín Enric Mas continúa quinto en la general, el primer español de la clasificación.
Final con polémica tras revisar los árbitros las imágenes del esprint, donde observan que Bennett, que había alzado ya los brazos, propina un cabezazo a su rival en la lucha por la posición en la recta de llegada.
De esta forma Ackermann subió al podio como vencedor, mientras que la segunda plaza fue para el belga Gerben Thijssen (Lotto Soudal) y la tercera para el alemán del Sunweb Max Kanter, todos con un tiempo de 3h.39.53, a una media de 43 por hora. Bennett fue relegado a la cola del primer pelotón, al puesto 110.
Una jornada de transición real que no alteró la clasificación general liderada por Carapaz, a quien siguen Primoz Roglic a 13 segundos, Dan Martin a 28, Hugh Carthy a 44 y Enric Mas, quinto y primer español, a 1.54 minutos. Los «gallos» volverán a cantar el fin de semana en La Farrapona y Angliru. Hasta el sábado, a guardar fuerzas.
Tregua después de la locura en una Vuelta de sobresaltos casi diarios. Etapa llana, nada de montaña, una invitación clara para el segundo esprint de la ronda. Roglic celebró en la salida burgalesa su 31 cumpleaños, fiesta a la que se sumaron, ya en carrera, dos corredores modestos: Aritz Bagües (Caja Rural y el colombiano Juan Felipe Osorio (Burgos BH).
Fueron los valientes que se lanzaron a un sueño imposible, pero con el orgullo de dejar ver el maillot de sus equipos, que se note que están en la Vuelta. El pelotón les dio cancha sin reacción alguna, rodando plácidamente. Permitió una ventaja máxima de 5 minutos. Tampoco reaccionaron los llamados «cazaetapas». Síntomas claros de que habría esprint en Aguilar de Campoo.
El trayecto hasta el circuito de la localidad palentina galletera fue plácido para el grupo. Sin viento ancha fue Castilla para disfrutar de un día auténtico de transición. El Deceuninck dirigió el tren de los 155 ciclistas que perseguían a tiro a los dos rebeldes del día.
Al primer paso por la meta de Aguilar de Campoo no más de un minuto separaba al dúo de cabeza con el gran grupo, que terminó con el sueño de los guerreros a 22 kms de la línea. Se acabó el rodar de manera sosegada y en fila estirada. Apareció el látigo y la carretera se llenó a lo ancho de los diversos colores de los maillots. Lucha por la posición. Tensión progresiva a medida que se acercaba la comitiva al desenlace definitivo. Otra vez se alargó un pelotón desatado en una etapa que acabó con polémica.