Será una de las debutantes en el programa olímpico dentro de poco más de cinco años, y por ello toca ponerse el mono de trabajo. El 470 Mixto fue una de las novedades más llamativas dentro del programa del 50º Trofeo SAR Princesa Sofía-Iberostar, y dentro de esta todavía reducida flota, aún en fase de pruebas, una de las regatistas mallorquinas y españolas con mayor proyección quiere tomar ventaja en el largo camino que lleva hacia los Juegos Olímpicos de París 2024, la puesta en escena de una clase que ha irrumpido en las aguas de la Bahía de Palma.
María Bover (Palma, 1998) ha acumulado un extenso palmarés en su singladura dentro de las clases Optimist y 420, compaginando su pasión por la vela con una brillante trayectoria académica, pues cursa estudios de Derecho y ADE, que espera acabar en el inicio del próximo ciclo olímpico. La regatista del Real Club Náutico de Palma, además de títulos nacionales, puede presumir de coronas continentales y podios en Mundiales, como el logrado el pasado año (bronce, 420) junto a Cata Homar, o el firmado tiempo antes con Clara Llabrés (plata, 420), ambas del CN Arenal; o el bronce en el Mundial de Optimist de 2013, entre otros méritos.
A bordo del ESP-4, María Bover, que ejerce de patrona, comparte experiencia con otro joven valor. El canario Julio Alonso (RCN Gran Canaria), campeón mundial de 420 e integrante del Spanish Impulse -junto a Albert Torres (RCNP), da el salto del 29er a un 470 Mixto que promete. «Es el tripulante ideal, por su experiencia y físico», comenta Bover, quien tiene claro que «estamos en pleno rodaje, apenas llevamos unos días juntos, pero tenemos que trabajar para acoplarnos. Tenemos dos años para ello antes de que empiece el próximo ciclo y conviene adelantar trabajo». El objetivo es ganar experiencia, pensando en metas como los Juegos de París 2024, «aunque el camino es muy largo». Por delante, en este 2019, el Europeo y Mundial Sub 24 serán dos «buenas pruebas», refiere Bover, cuyo compañero (Julio Alonso) estudia en Inglaterra, «aunque eso no nos condiciona», puntualiza.
Pasada la etapa en el 420, tocaba cambiar de clase, y gracias a Javier Sanz y el apoyo del Real Club Náutico de Palma, vio que tenía «más salidas en 470 Mixto. Busqué tripulantes en Mallorca, pero de mi generación hay pocos que naveguen y se requieren unas condiciones muy concretas que Julio posee. Ilusión no nos falta, pero tenemos trabajo por delante», advierte Bover, que ha abierto en este pasado 50º Trofeo SAR Princesa Sofía-Iberostar una nueva y apasionante etapa que tiene un destino claro: París 2024. Una meta que ahora parece lejana, pero que ya prepara a conciencia para alcanzar su sueño olímpico. Y quién sabe si algo más.