Este viernes se inauguran en PyeongChang (Corea del Sur) los Juegos Paralímpicos de invierno de 2018. Una cita en la que el deporte balear tenía presencia en sus últimas ediciones de la mano de la esquiadora Úrsula Pueyo. Pero en esta ocasión, la deportista de Esporles, referencia en la actualidad en la Copa de Europa de esquí adaptado y habitual en el calendario internacional, se ha visto apartada forzosamente de su sueño. Y señala a los técnicos responsables de la confección del equipo y al Comité Paralímpico Español (CPE). En declaraciones a Radio Nacional de España en Baleares, Pueyo admitió que los criterios fijados por los técnicos «eran imposibles» de cumplir antes del 31 de diciembre, más cuando la suspensión de pruebas y una lesión complicaron más el reto de clasificarse.
Pueyo entiende que su no presencia en PyeongChang arranca de «una falta de entendimiento» con los técnicos y con el CPE, y recuerda que su salida del equipo nacional ha sido un argumento clave. «Tras Sochi (2014) era insostenible. No contaban con nosotros, salvo para la foto, no nos llevaban a carreras y decidí pagármelo yo. Me dijeron que me iba porque yo quería, y ahora tengo la respuesta», proseguía Úrsula, que deja ver que el Comité Paralímpico Internacional se ha preocupado e interesado por el caso.
«Yo tengo la conciencia tranquila, nunca he puesto excusas, me lo he pagado todo y sin mis espónsors no sería posible nada... Cada carrera cuesta entre 4 y 5 mil euros... Han equiparado unos criterios de un deporte con otros. No tienen en cuenta que en esquí no somos 8, somos 60», proseguía la esquiadora, a quien le sugirieron desde el Comité «que si quería ir a unos Juegos Paralímpicos, me apuntara a bádminton, que eran pocos los participantes».
Úrsula Pueyo llegó a competir lesionada, pese a saber que era casi imposible ir a los Juegos y lanza un mensaje al CPE. «Me gustaría saber si los patrocinadores saben dónde va destinado su dinero. El Comité quiere medallas y diplomas cuando solo participan cinco ¿Por qué? Porque reciben más dinero. Y para mí, una medalla sin lucha no tiene ningún valor», añadió en RNE la esquiadora mallorquina, de 34 años y abanderada en Vancouver 2010, que en unas semanas afronta la final de la Copa de Europa y, pese al duro revés, seguirá adelante con su carrera. «Yo lo que quiero es esquiar», apostilló.