El trasvase de Iker Casillas al Oporto fue financiado con capital mallorquín y Santos Márquez fue el arquitecto que diseñó una de las operaciones más mediáticas del mercado. El guardameta internacional abandonó el Real Madrid y acabó fijando nueva residencia en Portugal, pero la relación entre el Gordo Santos y el grupo de empresarios baleares que le prestaron apoyo económico ha acabado de forma abrupta.
Días atrás, el Juzgado de Instrucción número 8 de Palma admitió a trámite una querella por un presunto delito de estafa contra el agente Santos Márquez González y se inició un proceso en el que debe aclararse, entre otras cosas, el destino final de una comisión millonaria.
Santos Márquez, tras obtener la confianza de un poderoso grupo mallorquín, trabajó en el fichaje de Casillas por dos equipos, aunque finalmente el pase se concretó con uno de los grandes de Portugal. Llegado el día de la rúbrica, el representante madrileño decidió dejar al margen de la operación a la sociedad de inversores balear y firmó en nombre de otra empresa que nunca estuvo involucrada en la operación.
Además de la deslealtad derivada del gesto, los querellantes sospechan que la sociedad a través de la cual Santos Márquez percibió sus emolumentos no fue más que una pantalla creada exproceso para apropiarse indebidamente de una importante comisión.