La selección francesa agigantó su leyenda al convertirse en el primer equipo en la historia que gana cinco títulos mundiales, al imponerse por 22-25 a Catar en una final en la que los asiáticos, dirigidos por el español Valero Rivera, plantearon más problemas de los previstos al conjunto francés.
La sorprendente Catar volvió a romper de nuevo la lógica al llegar con opciones reales de victoria al tramo final de un encuentro que parecía totalmente perdido para los locales poco antes del descanso (7-13).
Pero si algo ha logrado Valero Rivera, el técnico que llevó a España a su segunda corona mundial en 2013, es dotar de orgullo, de carácter ganador a una selección catarí que hasta no hace mucho no pasaba de la condición de figurante.
Una circunstancia que permitió al anfitrión aferrarse en los últimos minutos de la primera parte a su sólida defensa, la faceta del juego en la que más se nota la mano del entrenador español, para llegar con vida (11-14) al descanso.
Catar suma a su intensidad defensiva el martillo que poseen en sus brazos los laterales Zarko Markovic, de origen montenegrino, y Rafael Capote, nacido en Cuba, que con sus goles hicieron pensar que Francia no lo tendría tan fácil.
Ese presentimiento se convirtió en certeza en el arranque de la segunda mitad, en el que los asiáticos, con dos goles del central Kamalaldin Mallash, el héroe de la semifinal ante Polinia, se situaron a tan sólo un tanto (13-14) de Francia.
El experimentado conjunto francés no se alteró y apeló a lo que le ha convertido sin duda alguna en el mejor equipo de la historia, su imponente defensa. Un compendio de fortaleza física, agresividad e inteligencia que convierte a la retaguardia gala en un muro casi infranqueable.
Lo pudo comprobar Catar, que del minuto 15 al 25 de la segunda parte tan sólo pudo anotar dos goles, frenada por las paradas de Thierry Omeyer y por los larguísimo brazos de los hermanos Luka y Nikola Karabatic.
A esos argumentos añadió la astucia para el robo de balón de Valentin Porte, especialmente lúcido en la segunda parte, en la que volvió a demostrar, tal y como ya hiciera el pasado año en el Europeo de Dinamarca, que ofrece su mejor versión cuando «huele» los metales.
Sin olvidar, como no, la dosis de suerte indispensable de cualquier equipo campeón, como quedó demostrado en el lanzamiento a un poste del extremo Abdulla Al-Karbi a tres minutos para la conclusión, que prácticamente acabó (22-24) con las opciones de sorpresa de los locales.
El lateral Daniel Narcisse se encargó de sellar definitivamente el triunfo francés a falta de dos minutos con el definitivo 22-25, que confirmó a Francia, desde hoy vigente campeona olímpica, mundial y continental, como la mejor selección de todos los tiempos.