Alemania avanza, aunque su fútbol mengua. Se adivina cierta involución en el grupo de Löw, que arrancó el torneo con una poderosa exhibición ante Portugal y que ha ido apagando a medida que el Mundial ha crecido. Es cierto que ya está en cuartos, pero también que Argelia puso al conjunto germano contra las cuerdas.
Alemania necesitó una prórroga y un gol que destrozó anímicamente a su rival para seguir vivo en Brasil, donde ningún equipo logra establecer sentimiento de unaminidad colectiva.
Francia aterrizó en Brasil sin hacer demasiado ruido y despojado de las expectativas que solía generar antaño. Sudáfrica marcó para siempre a un puñado de futbolistas galos y el gran naufragio de 2010 abrió una dificultosa transición. Por el camino se quedó Laurent Blanc y su sustituto, Didier Deschamps, andó durante un buen rato sobre la cuerda floja. Los Bleus arrastaron muchos problemas para lograr el billete para Brasil —vía repesca y tras remontar ante Ucrania— y en plena cuenta atrás perdieron por lesión a Franck Ribéry, una de sus grandes referencias.
Francia, con un fútbol más sobrio que otra cosa, ha tirado del orgullo perdido y ya está en cuartos. No es un logro trascendente para una selección ganadora, pero si para un equipo que parecía haberse metido en un agujero negro. El excelso partido de Pogba y la irrupción de Griezmann determinaron el resultado de su eliminatoria ante Nigeria. l