La mejor deportista olímpica española ha elegido Mallorca para iniciar una nueva etapa en su vida. Andrea Fuentes Fache (Valls, Tarragona, 1983) se ha instalado en Llubí a la espera de ser madre y pasa revista con Ultima Hora a una trayectoria adornada por cuatro medallas en los Juegos de Pekín y Londres, trece preseas mundialistas y doce continentales. La excapitana del equipo de natación sincronizada sigue ligada a su deporte y quiere compartir sus experiencias con las promesas. Andrea analiza la agitada marcha de Anna Tarrés, el futuro del equipo, la figura de la mallorquina Marga Crespí, y esboza sus principales planes de futuro.
—¿Se ha hecho ya a la vida fuera del agua?
—Todavía estoy en un proceso de adaptación. Hasta ahora, no había entrado en una piscina. Le pasa a muchos que lo dejan y están años sin pisarlas. Han sido meses muy intensos personalmente, pero vuelvo a tener el ‘gusanillo'.
—¿Qué les trae por Mallorca?
—Todo empezó en Bali. Pensamos que no estaría mal vivir en una isla, por la magia y encanto que tienen, y pensamos en Mallorca. En octubre vinimos a buscar casa y no lo dudamos. Nos gusta la alimentación orgánica y natural, todo lo relacionado con la salud y cuidar el cuerpo. Queremos poner en marcha una especie de biocentro al que puedas venir a desconectar y complementar la alimentación con actividades como yoga, meditación y deportes en los que haya contacto con la naturaleza.
—¿Sigue la actualidad de la natación sincronizada?
—Todavía ejerzo de entrenadora, dando clases particulares. No me quiero dedicar a un club al 100%, pero sí compartir mis conocimientos con niñas de forma personalizada. Ahora me he visto obligada a parar, pero seguiré. La sincro no la he dejado de lado. Incluso he ido a ayudar a la selección. Disfruto, a mi ritmo, y el sábado iré a ver a mis excompañeras y a disfrutar como una más.
—El día de su retirada dejó ver que los acontecimientos le habían superado...
—Ya estaba en la edad de dejarlo, y todo el ruido (la marcha de Tarrés) fue la gota que colmó el vaso. Quería llegar al Mundial, pero pasaron cosas y ví opiniones que me desilusionaron. Por eso dedicí pasar página, aunque tras Londres estaba cansada, pero los acontecimientos se precipitaron.
—¿Qué le ha aportado y qué le ha dado usted a su deporte?
—Me ha dado mucha fuerza interna. Al principio era tímida e insegura y me hizo creer en mí para conseguir mis metas. Además de conocer mundo. Y lo que he aportado es mi granito de arena para que fuéramos un colectivo.
—¿Se siente liberada?
—Desde la distancia, veo con comprensión muchas cosas. Recuerdo mi etapa con cariño, logrando cosas que no podía imaginar que llegase a hacer. También era duro y exigente, pero lograr tus sueños tiene un precio.
—¿Hasta qué punto el ‘caso Tarrés' fue clave en su adiós?
—Parece más de lo que es. Antes de Londres ya era duro, pero había que estar ahí. Al acabar, queríamos descansar y disfrutar y no fue así. Ví que no podía aguantar más, pero antes de Londres ya le venía dando vueltas.
—¿Le apena que a veces se hable más de la sincronizada por polémicas que por lo deportivo?
—La gente es muy morbosa. Lo que más me decepcionó es que muchos querían ver a Juana de Arco quemada en la hoguera. Ver cómo la gente sufría, y eso no me gusta. Todo el mundo comete errores, pero el castigo era demasiado alto para Anna (Tarrés). Ella se equivocó en muchas cosas, pero no hace falta que la gente se tire al cuello. Llegó un momento en que mediáticamente nos superó, y creo que hoy reaccionaríamos de manera diferente.
—¿Cómo define a la mallorquina Marga Crespí?
—Es una persona positiva y disciplinada en el trabajo. De ella admiro sus ganas de aprender y que no es conformista. Supo manejar bien la presión para preparar el dúo y llegar bien al Mundial.
—¿Piensa que puede afectar su lesión a su papel en el dúo?
—Paula (Klamburg) también se operó de cadera y nadó perfectamente en Londres. Con su mentalidad, volverá a tope. Y a la hora de ocupar la plaza junto a Ona, que gane la mejor. Es una competición e irá en beneficio del equipo.
—¿Hay futuro más allá de Río?
—Más adelante es difícil de saber, pero ahora empezaremos a ver cómo evoluciona el equipo hacia 2016, dejando atrás la herencia de Anna. En Barcelona, nadadoras como entrenadoras supieron manejar la situación, y tienen margen. Pero también hay que estar atentos a China o Ucrania.
—¿Cuáles son su mejor y su peor recuerdos de su carrera?
—Días mágicos, como cuando gané medalla con Gemma (Mengual) en Pekín, al presentar coreografías, o las finales de Londres. ¿El peor? El final, por lo que pasó y algunos entrenamientos duros.
—¿Cree que se han valorado los resultados de esta selección?
—Sí. Al principio no éramos nadie y ahora se nos conoce. Hay deportes que han logrado más que la sincro y no son tan reconocidos.