La Copa acabó siendo cruel para el Constància. El equipo de Inca se despidió anoche del torneo del KO tras una larga y agónica tanda de penaltis (7-8) que finiquitó el tránsito del grupo de Joan Esteva. El Melilla se mostró implacable cuando llegó la hora de jugar a la ruleta rusa -sólo erró uno de los nueve lanzamientos que ejecutó desde los once metros- y acabó llevándose el premio gordo ante las lágrimas locales.
Muchos minutos antes del fatídico desenlace, el Constància había logrado imponer su fútbol durante un buen tramo del encuentro. Su irrupción en el partido fue notable. Se impuso en la sala de máquinas y no tardó en fabricar la primeras ocasiones ante el marco de Dorronsoro. La hiperactividad de Nacho puso varias veces en jaque a la defensa norteafricana. A los 9 minutos mandó un balón al palo y a los 22 otro disparo suyo obligó al portero del Melilla a emplearse a fondo.
Poco después, el Constància acabó encontrando la recompensa a su insistencia. Mateu Ferrer, muy atento, aprovechó un rechace del guardameta visitante para adelantar a su equipo en el marcador (1-0). Lejos de tirar hacia atrás, el conjunto mallorquín mantuvo la tensión y siguió mirando hacia adelante. La grada suspiró con un buen centro de Isma para Mateu Ferrer, pero esta vez al goleador le faltaron un par de segundo para contactar con el balón.
Pese al ímpetu y el vigor del Constància, el Melilla mantenía la calma. Su organización defensiva le mantenía en pie. Apenas había generado peligro, pero en plena recta final del primer acto Velasco encontró petróleo tras uno de los escasos acercamientos de su equipo y equilibró de nuevo el partido (1-1).
El tanto melillense supuso un jarro de agua fría para el Constància, que se marchaba al vestuario con la sensación de haber malgastado un buen puñado de ocasiones.
Tras el descanso, el equilibrio fue la nota predominante. El Constància perdió intensidad y el Melilla aprovechó esta circunstancia para dar un paso hacia al frente, eso si, sin llegar a intimidar demasiado.
Con el paso de los minutos, aumentó el respeto entre los dos contendientes, que decidieron marcharse a la prórroga. En el tiempo extra, el Melilla se sintió mucho más cómodo, fundamentalmente, porque en su depósito había mucha más gasolina. El Constància empezaba a pagar su esfuerzo físico y eso provocó algún que otro desajuste defensivo. En el 114 se produjo una de las acciones más polémicas del partido. El visitante Sánchez fue derribado por Sergio Sanz en el interior del área, aunque el árbitro no sancionó la acción. No hubo mucho tiempo para más. Todo iba a decidirse en la tanda de penaltis. El Melilla abrió el fuego y su tremendo acierto supuso una carga de presión adicional para los jugadores del Constància. Sergio logró enmendar el error de Mateu Ferrer en el octavo penalti tras detener el lanzamiento de Nacho Aznar, pero no pudo reparar el fallo de Víctor Sánchez en el decimoctavo penalti de una larga noche.