El británico Mark Cavendish se proclamó hoy campeón del mundo en ruta en los Mundiales de Ciclismo de Copenhague-Rudersdal, rematando una exhibición de su selección para asegurar una llegada al esprint, en la que era el principal favorito.
Cavendish derrotó al australiano Matthew Goss y al alemán André Greipel, que arrebató el bronce por centésimas al suizo Fabian Cancellara, mientras que el español Óscar Freire acabó noveno.
Freire llegó junto a Cavendish al principio de la recta final, con una rampa de casi el 4 por ciento, pero o no tuvo fuerzas o dudó demasiado por verse tan arriba tan pronto y acabó siendo engullido por media docena de oponentes en los últimos metros.
El tricampeón mundial, de 35 años, enterró así probablemente una de sus últimas opciones de lograr un cuarto oro en los Mundiales, algo que nadie ha conseguido y que habría coronado una carrera excepcional que se acerca poco a poco a su fin.
El Mundial, con un recorrido de 266 kilómetros prácticamente llanos, tuvo el guión esperado: férreo control del equipo británico, que cargó con el peso de la carrera por el favoritismo de Cavendish, con algún apoyo puntual de Alemania, EEUU y Australia; e Italia y Bélgica tratando de dinamitar la carrera.
España logró colocar a Pablo Lastras en la escapada de siete hombres que se mantuvo por delante durante casi 200 kilómetros, mientras que los otros siete ciclistas se dedicaron a cuidar de Freire, quien extrañó a Rojas, llamado a ser su último lanzador, en el esprint final.
Hasta algo más de ocho minutos llegaron a tener los escapados, con el consentimiento del pelotón, mandado por británicos y alemanes, que prefirieron dejar hacer ante la falta de grandes nombres entre los fugados.
La carrera, que acabó con una media cercana a los 50 km/h, se empezó a acelerar definitivamente a ocho vueltas del final, cuando aún quedaban más de 100 kilómetros para meta.
Ahí saltó otro grupo de cinco corredores del pelotón, con los belgas Van Summeren y Kaisen como grandes protagonistas, que más tarde se unificó con el de Lastras.
Con Cristopher Froome y Bradley Wiggins como gregarios de lujo, la locomotora británica comenzó a recortar distancias y a frenar los ataques que cada vuelta, al llegar a la pendiente de meta del 4 por ciento, se producían, casi siempre con algún italiano de por medio.
A 80 kilómetros de meta, se produjo una caída en una curva, que dejó cortado a un tercio del pelotón, entre ellos al español Luis León Sánchez, al luxemburgués Frank Schleck y al campeón del mundo en ruta el año pasado, el noruego Thor Hushovd, que quedó cortado y perdió todas sus opciones de revalidar el triunfo.
A menos de dos vueltas del final del circuito de 14 kilómetros, se produjo la caza del grupo de escapados.
El francés Thomas Voeckler, el danés Chris Anker Sørensen y el belga Klaas Lodewyck rodaron en solitario con ventajas de hasta 20 segundos durante varios kilómetros, pero Gran Bretaña no estaba dispuesta a que nadie alterara su plan y estropeara su despliegue físico y táctico.
Cuarenta y seis años después de que su compatriota Tom Simpson ganó el oro en San Sebastián, Cavendish cumplió los pronósticos y pese a quienes dudaban de su rendimiento en una llegada con una rampa ligeramente empinada, trajo de vuelta el oro para su país.