El Mallorca ha echado el cierre a la primera vuelta de la Liga con la satisfacción del deber cumplido y consciente de que se han superado las expectativas previstas en el arranque liguero. El equipo balear llegó a ser sexto en la jornada nueve y prácticamente desde entonces ha ido buscando terreno para acomodarse en el vagón de cabeza. Europa no es el objetivo, pero de un tiempo a esta parte es un reto por momentos abordable. Será asequible dependiendo de muchos factores.
La segunda ronda del torneo se presenta repleta de curvas, pero se pueden tomar con mucha más tranquilidad con 27 puntos que no, por ejemplo, con sólo 14, como ocurrió hace dos campañas. El grupo balear ha dado solidez a su plan mordiendo en casa y haciéndose casi inexpugnable. Seis victorias, dos empates y dos derrotas han hecho posible que el equipo de Laudrup haya amarrado 18 puntos en el Iberostar Estadi. Esta buena estadística, unida a las dos victorias de calidad en Mestalla y el Pizjuán, han hecho posible que Michael Laudrup haya conseguido armar un grupo sólido, pero tal vez excesivamente dependiente de sus principales baluartes y de su estado físico. El técnico danés ha solidificado su estrategia o los «pasillos de seguridad» como decía Luis Aragonés, en la solvencia de Aouate bajo los palos; la seriedad de Ramis y Nunes en el eje de la zaga; el crecimiento de Kevin y Cendrós y la veteranía y experiencia de Pep Lluís Martí. Nsue y Pereira han devuelto la confianza que nunca les dieron ni Manzano ni Pons haciéndose fuertes en las bandas mientras que Webó ha sido el hombre al que el preparador más se está agarrando para lograr desnivelar el marcador. Tampoco se puede olvidar el papel de Castro, pero ni de lejos este es su mejor año, al menos no está al mismo nivel que el anterior. Michael Laudrup ha echado mano de toda su artillería, a excepción de Tuni, que no ha dispuesto de un solo minuto. Hay titulares muy titulares y suplentes muy suplentes, con todo lo que ello conlleva. También hay elementos que no han terminado de cumplir con las expectativas. Se han quedado Rubén, Ayoze, Martí Crespí, Corrales, Ratinho, Pina, Sergi y sobre todo, Cavenaghi, el fichaje mediático del Mallorca y al que Laudrup ha relegado prácticamente a la nada. El grupo balear, más allá del fracaso estrepitoso en la Copa, ha ido haciendo equilibrios en el campeonato doméstico firmando excelentes papeles con partidos para olvidar. Las victorias ante Valencia y Sevilla y el empate contra Madrid y Barça contrastan con las derrotas en casa frente a Espanyol y Racing y los choques casi insólitos como los protagonizados en La Romareda. Pese a todo, la permanencia se divisa ya en el horizonte.