Las lágrimas de Íker Casillas tras el gol de Iniesta vaticinaban lo que estaba por llegar. «Estoy muy feliz, alegre y orgulloso de la selección y de ser español», comentaba emocionado Alejandro Guasp, un fiel seguidor de 'La Roja'.
No era para menos, España, 70 años después, se proclamó ayer campeona del mundo y la capital palmesana se tiñó de rojigualda. Minutos después de que Howard Webb pitara el final del partido, más de 3.000 personas -llegaron a ser más de 15.000, según fuentes de la Policía Local-, se congregaron en la Plaza más emblemática de la ciudad. Una marea roja se apoderó de la Plaça Joan Carles I y de gran parte de Jaime III. Las calles se tiñeron de banderas rojigualdas y de gente ataviada con la camiseta de la selección que ayer se proclamó como la mejor del fútbol mundial.
Convocatoria
Los cánticos de «Campeones, Campeones» y el «Yo soy español» sonaron más alto que nunca. Los petardos, bocinas y cláxons fueron constantes a lo largo de la celebración. Los palmesanos no se olvidaron del héroe del Soccer City, Don Andrés Iniesta, a quien junto al mejor jugador de la Eurocopa de 2008, Xavi Hernández, les cantaron «Xavi, Iniesta, esto es una fiesta». La Plaza Juan Carlos I quedó totalmente abarrotada por la gente que ondeaba las bufandas rojigualdas sin cesar.
Los más jóvenes, igual que 'La Roja' a 'La Naranja', exprimieron el monumento que da nombre a la Plaza mojándose en la fuente y subiéndose a los bancos que la rodean. «Ha sido un partido complicado, he estado en tensión hasta el último momento», afirmaba Ana Ortolá.
El confeti cubría los cuerpos de personas de todas las generaciones que se reunieron en la Plaza Juan Carlos I. Hubo gente de la tercera generación que se atrevió a botar al unísono de «Bote, bote, bote holandés el que no bote». La euforia ayer en la Plaza de las Tortugas era máxima. Guillermo Morro definió el momento como «orgásmico».
La Policía Local cerró el tráfico de la Avenida Jaime III, la calle Unió y la caretera entre Plaza la Reina y la Plaça Joan Carles I.
Tras el bache ante Suiza en la autopista española hacia el cielo, 'La Roja' ha llegado hasta el infinito y más allá. «Lo de Suiza fue un accidente. Confiaba ciegamente en esta selección que sabe ganar jugando bien y jugando mal», explicaba Rubén Fernández.
Ambiente
El pulpo Paul ha hecho pleno al 15 en el mundial. Hubo hasta un aficionado que acudió a celebrar la victoria española a la Plaza de las Tortugas con un pulpo azul de peluche. Parece ser que, definitivamente, se acepta el pulpo como animal de compañía. También hubieron seguidores que decidieron que sus perros estuvieran presentes en el acto y los ataviaron con accesorios rojos y amarillos. Las bengalas, a pesar de que estuviera prohibido su uso, no faltaron en noche más histórica del fútbol español.
A 'La Naranja' le falló la mecánica y no consiguió arrebatar el título a una selección española que no convenció a más de uno. «Holanda ha jugado muy agresiva, a la contra como vienen haciendo casi todos los rivales de España y el partido que ha hecho España, hasta el gol de Iniesta, no me ha convencido del todo», señalaba Julen Falla.
La música estuvo presente en la celebración y gente con instrumentos como trompetas, tambores y maracas acompañaron cánticos como el «Que viva España».
Lo de ayer fue un Déjà Vu. La historia se repite y cuatro siglos después de la rendición de Breda, Holanda vuelve a rendirse al fútbol español, que toca el cielo en una noche memorable.