Fiel a la tradición, el Mallorca se marcha de vacaciones sin una sonrisa. El grupo balear se presentó en La Rosaleda dispuesto a prolongar su racha, a rubricar el mejor año natural de su historia y a acosar los puestos de Champions League. Noventa minutos después, regresó a la Isla derrotado -no gana el último partido del año desde 2000- en un duelo marcado por la desgracia de Aouate. El destino quiso que el portero israelí firmara su peor partido con la camiseta mallorquinista precisamente el día que se reencontraba con Gustavo Munúa, el mismo que le propinó un puñetazo hace casi dos años cuando ambos militaban en el Deportivo y que, extramotivado, realizó el encuentro de su vida. Una falta de entendimiento con Ramis, en el primer gol, y un gazapo tremendo en el segundo de Dudu, privaron al grupo de Manzano de cosechar algún punto que, por ocasiones, mereció. La derrota sirve para apagar la euforia, aunque no esconde una primera parte del año para enmarcar (2-1).
Manzano retocó otra vez su pizarra. Recuperó a Julio Alvarez para el once, en detrimento de Tuni, y apostó por el relevo de los africanos. Keita se puso por primera vez esta temporada el traje de titular en perjuicio de Pierre Webó. Ni uno ni otro aportaron demasiado en el primer acto, aunque el primero sembró de ilusión la tarde con el tanto del momentáneo empate.
El grupo balear asustó primero ante un Málaga temeroso, que lo fió todo a la zurda de Duda. El portugués es un oasis de calidad en medio del desierto malacitano. Muñiz tiene a sus órdenes un plantel limitado, un vestuario rodeado de veteranos y chavales de la cantera, que se mantiene con vida gracias a la magia de su número 17. El conjunto andaluz sólo generó noticias cuando Duda entró en acción. Botó tres faltas laterales en el primer acto que propició dos ocasiones claras, un gol y generó enormes dudas en la zaga. Pero antes del tanto de Fernando, el Mallorca había merodeado por la frontera del gol. La más clara, a los dos minutos, en una pared entre Josemi y Keita, que acabó con un chut del lateral malagueño al cuerpo de la defensa. Esa acción y una asociación entre Castro y Aduriz que finalizó el donostiarra a las nubes fueron las únicas aportaciones bermellonas al acta del primer capítulo.
En un duelo marcado por la equidad, con un dominio estéril del Mallorca y una concentración defensiva máxima del Málaga, el error del rival se cotizaba al máximo. Y así, como consecuencia de una pifia enorme, llegó el tanto local. Duda, cómo no, mimó el balón en una falta frontal. Aouate saltó con ventaja pero con la inesperada oposición de Ramis, que le estorbó a la hora de blocar el cuero. El balón se le escapó de las manos y Fernando aprovechó el regalo para marcar a puerta vacía (min. 23). El Mallorca acusó el mazazo y el Málaga, conocedor del peligro visitante a la contra, le entregó los trastos. La escuadra balear no supo qué hacer con el dominio, con constantes pérdidas de balón a la hora de conectar el pase definitivo, y nadie asumió el mando. Sólo las diagonales de Castro inquietaron a la zaga local.
Ya en el segundo tiempo, el conjunto isleño decidió subir una marcha. Compareció por el césped con los mismos argumentos que al principio, aunque con una mentalidad algo distinta. Olió el Mallorca el miedo que desprendía su enemigo y apreció una oportunidad histórica para cerrar el año cerca de la Champions. El equipo se arremangó, cogió los manos con fuerza y tumbó el campo. No tardó en trasladar esa inquietud a la grada. A los tres minutos, un pase enorme de Castro dejó solo a Keita ante Munúa. El guineano le pegó a romper y el arquero uruguayo abortó la ocasión. Sin tiempo para reaccionar, el grupo balear encontró el premio a su mayor ambición cinco minutos más tarde. Con la grada cantando -el portero uruguayo agredió a Aouate cuando ambos militaban en el Deportivo hace casi dos años-, Julio Alvarez halló petróleo dentro del área. El '10' se encontró un balón, recortó y conectó un chut seco y cruzado que acalló los desagradables cánticos (min. 55).
Con el empate en las alforjas, el Mallorca no levantó el pie del acelerador y encerró a un Málaga incómodo que había introducido a todas sus armas (Luque, Forestieri y Pedrito) sobre el césped. Un cabezazo de Ramis obligó a Munúa a realizar la parada de la noche. Más tarde, Víctor Casadesús -recién entrado al campo por Keita- se impulsó por encima de Gaspar para conectar un testarazo que escupió el larguero.
El partido estaba más para el Mallorca hasta que llegó otro error. El grupo balear andaba descentrado por la lesión de Ramis -sustituido por Rubén- cuando Forestieri firmó un cabezazo flojito y casi de espaldas con destino a las manos de Aouate. Sin embargo, el extraño bote y el exceso de confianza le jugaron una mala pasada a Dudú, que se tragó el balón (minuto 76). Manzano miró a su izquierda y metió todo el plomo posible. Webó se juntó a Aduriz y Víctor para intentar un imposible, que casi alcanza en el descuento. El camerunés porfió un balón que remachó el donostiarra y taponó Munúa, el héroe de la noche para desgracia de Aouate.