Javier Giraldo|BARCELONA
No es fácil vivir un Barca-Madrid con la intensidad de quienes tienen la suerte de vivirlo en el estadio, pero irse al cine en familia o con amigos, aplicando punto por punto la liturgia del buen aficionado, para ver el gran partido del fútbol español, promete ser la mejor alternativa al Camp Nou o al Santiago Bernabéu.
En una experiencia inédita en España, 51 salas de cine de todo el país proyectaron el partido de fútbol por excelencia. La combinación entre la butaca y el balón cumplió las expectativas: probablemente ha nacido una nueva manera de ver los partidos de fútbol, especialmente aquellos que paralizan un país.
En la sala 1 de los cines Cinesa Diagonal de Barcelona, la más cercana al Camp Nou de cuantas emitieron el encuentro, la señal de televisión arrancó a las 18.30 horas, aún con la sala vacía, mientras los aficionados esperaban ansiosos. No es frecuente irse al cine con banderas ni bufandas, pero la ocasión lo valía. «Es perfecto para venir con niños y la familia», relata David Palau, 38 años, de Sabadell, «la relación calidad-precio (8 euros para los adultos, 6 para los niños) parece estar bien y te ahorras la molestia de tener que ir a un bar con los críos».
Pocos minutos antes de las siete, un personaje espera en el pasillo de la sala mientras come palomitas junto a su hijo adolescente. Observa la sala con interés. Es Jaume Roures, el padre de la idea, presidente de Mediapro, la productora que ha trasladado el fútbol a los cines. «Es un público muy familiar», observa, convencido de que la idea «tendrá continuidad» en el futuro.
Comenzado el partido, son pocos quienes echan de menos la narración del locutor. La pantalla emite las imágenes y el sonido ambiente, sin voces. Las voces son las de los 360 aficionados que llenan la sala, sentados religiosamente en sus butacas. Como en un diálogo telepático, se repiten los cánticos que llegan desde las gradas del Camp Nou. Y también los gritos de histeria: Cristiano Ronaldo está a punto de marcar en la primera parte. Los chillidos en la sala recuerdan a los de Janet Leigh en la famosa escena de la ducha de 'Psicosis'. Pero no es cine, es fútbol.
Después, se celebró el gol a lo grande. Ibrahimovic recibe aplausos cuando entra al campo, apenas iniciada la segunda mitad. Y la gente explota de alegría cuando el sueco marca el único gol del partido. El clásico ha entrado en otra dimensión.