Solo. Se ha quedado solo. Javier Martí Asensio vive sus horas más bajas desde que abrió la puerta del Mallorca. Aparentemente instalado en un mundo paralelo, el vástago del propietario maneja con escaso éxito una crisis económica e institucional con escasos precedentes. Todavía bajo los devastadores efectos que provocó la fugaz visita a la Isla de Javier Martí Mingarro, el consejero delegado aterrizó el domingo con el club en llamas, su nivel de credibilidad bajo mínimos y con muchas preguntas a las que responder. «Quizás mi padre se equivocó viniendo aquí», sentenció el hijo del dueño tras el partido ante el Racing de Santander. La ambigüedad de su discurso no ha hecho más que irritar a los consejeros locales, que mantienen abierta la posibilidad de dimitir en bloque.
Martí Asensio se jacta en público de su «amistad» con Mateu Alemany, aunque ayer la sede del Grupo Safín recibió un requerimiento notarial del antiguo presidente y propietario del Mallorca para invalidar la venta del del club, fechada el pasado 7 de agosto. Alemany es consciente que vender el Mallorca a la familia Martí Mingarro ha sido un grave error y lleva días intentando rectificar. El pasado jueves, el abogado nacido en Andratx mantuvo en Palma una tensa reunión con el propietario, al que exigió que hiciera frente a los compromisos económicos. Javier Martí Mingarro solicitó unos días para reflexionar, pero Alemany ha decidido pasar a la acción. El ex presidente tiene claro que su ciclo está agotado, pero está dispuesto a recuperar el control de la entidad si no existen garantías financieras.
«El padre quiere irse, pero el niño no quiere soltar la Play». La frase lleva el cuño de uno de los consejeros del club, que acusa al consejero delegado del Mallorca de ser un «irresponsable supino». De hecho, el actual órgano de gobierno de la SAD balear apenas esconde sus recelos hacia Javier Martí Asensio y la actual propiedad. «La situación es muy extraña, roza el surrealismo. No es normal que compren un Ferrari y no tengan dinero para poner gasolina. Hablan de crisis global, pero antes de comprar el club tuvieron tiempo más que suficiente para estudiar los balances y extraer conclusiones», añade otro veterano consejero.
La escisión entre la propiedad y el consejo es absoluta y alcanza incluso al presidente Tomeu Vidal, un hombre designado por la propia familia Martí Mingarro y que en privado tampoco oculta su decepción y preocupación por el futuro del Mallorca. Durante los últimos días, Vidal ha intentado que la propiedad diera un paso al frente e inyectara dinero, pero sus esfuerzos han caído en saco roto.
El Mallorca se ha afianzado en puestos europeos. Su fútbol colecciona todo tipo de elogios, pero la relación entre Gregorio Manzano, uno de los principales artífices del éxito deportivo, y Javier Martí Asensio atraviesa por su peor momento. Manzano sabe de sobra que el consejero delegado lleva semanas buscando entrenadores para la próxima temporada y además teme que la incapacidad de Martí Asensio para encontrar soluciones económicas acabe calando en el vestuario.
Los principales ejecutivos del club también han dado la espalda a Martí Asensio. En el caso de Nando Pons, director deportivo de la entidad, la herida lleva mucho tiempo abierta, aunque ahora la batalla es cruenta. Atado a un contrato millonario, Pons está utilizando toda su influencia para deteriorar aún más la imagen de su «jefe».
En otro despacho, Ernesto Chaves se mantiene fiel a la propiedad, pero también ha perdido su confianza. El director financiero del Mallorca es un «fichaje» del Grupo Safín, pero discrepa de la gestión (¿?) que está desarrollando Martí Asensio. Chaves sabe de sobra cuál es la situación económica de la entidad y ha vivido en primera persona las negociaciones con los bancos para obtener liquidez. Ernesto Chaves, que ha trabajado para varias multinacionales, se siente muy incómodo en una situación de constantes incumplimientos y medita abandonar su puesto si la propiedad no está dispuesta a exponer su patrimonio.