La credibilidad de la familia Martí Mingarro está bajo sospecha. Al menos entre la afición del Mallorca, que recela abiertamente de la gestión de la propiedad y de sus posibilidades para sacar adelante al club. La hinchada rojilla está disfrutando con el juego del primer equipo y su espectacular comienzo de Liga, pero vuelve a lamentar la penosa imagen que transmite la SAD fuera del campo. Muy pocos respaldan el trabajo de despacho que han realizado hasta ahora los dueños y casi todos apuntan al salvador de siempre: Mateu Alemany.
La grada, que ya parece acostumbrada a los culebrones de los últimos tiempos, es capaz de experimentar todo tipo de sensaciones en sólo unos días. Y si los domingos se lo pasa en grande con los triunfos del conjunto que dirige Gregorio Manzano, entre semana tiene que asimilar una mala noticia tras otra. «Esto no puede ser», exclamaba ayer más de uno desde su localidad del ONO Estadi. «Ahora que el equipo funciona, que ganamos muchos partidos y que volvemos a estar arriba en la clasificación, tenemos que aguantar que los dueños nos engañen», argumentaban.
Ante tanta confusión, el único faro visible es el de Alemany. Hay quienes acusan al abogado de haber iniciado el desastre vendiendo sus acciones a los Martí, aunque la mayoría creen que es el más indicado para sacar al Mallorca del laberinto. Pese a todo, la masa social del club se sigue mostrando respetuosa con el equipo y ayer las muestras de rechazo a los dueños fueron mínimas.