La imbatible selección española ofreció un nuevo recital de fútbol en Bosnia (2-5), donde ni el frío ni el ímpetu de la selección que jugará la repesca frenaron a la roja, guiada por la magia de Andrés Iniesta para firmar el pleno de triunfos -diez de diez- rumbo al Mundial de Sudáfrica.
El hambre de la generación de oro del fútbol español no tiene fin. El frío, las bajas, un césped convertido en pista de patinaje. Ningún condicionante es capaz de frenar a un grupo de jugadores que salta al campo a ganar siempre, que se divierte jugando al fútbol.
Ausencias
España tiene tantos líderes que ni las ausencias de futbolistas que forman la columna vertebral -Puyol, Xavi, Cesc, Villa y Fernando Torres- la desfigura. Por ahí aparece Casillas para demostrar quien es el mejor portero del mundo. Busquets en un despliegue físico en la presión inmejorable. Iniesta y Silva sacan pases imposibles de la chistera. Y cualquiera es capaz de asomar por el gol.
Bosnia se ha ganado a pulso la repesca. Ha fulminado a Turquía, semifinalista del último Mundial, y a Bélgica. Selecciones favoritas de antemano. En Zénica ha creado un pequeño infierno en un terreno con las medidas mínimas, donde los jugadores sienten el aliento de una afición que acabó rendida a la brillantez del juego español. Era una fiesta del fútbol con España con pase sellado al Mundial y Bosnia a la repesca. Miroslav Blazevic, seleccionador bosnio, reservaba menos jugadores de lo previsto. Derrotar a la campeona de Europa es un caramelo que eleva la autoestima y salieron decididos. Provocaron que Casillas sacase su mejor versión el día que se quedó a un partido de ser centenario. El día que pasó a ser el jugador español con más triunfos, 70.
Iniesta pisa el esférico y anestesia a los rivales. Da sentido a cada balón que pasa por sus pies. Desata un fútbol de efectos devastadores. En un minuto, entre el 13 y el 14, España fulminó a Bosnia con el tímido Andrés al mando. Piqué remató a la red un centro de falta lateral medido de Xabi Alonso, antes de que Iniesta conectase con Negredo que dejó, con un pase al hueco, a Silva en un mano a mano ante Supic, que resolvió por bajo.
En un abrir y cerrar de ojos España había demostrado su calidad. Con una imagen acorde a su prestigio se adueñó del partido. Del Bosque introduce nuevas piezas que nunca desentonan. Busquets parece un veterano. No se cansa de robar balones apareciendo por todas las partes del campo. Negredo, en su primera titularidad, luchó hasta la extenuación hasta encontrar el premio del gol. Del sufrimiento a la diversión gracias al toque con rapidez y la profundidad, Negredo rozó el palo con un taconazo, se topó con el larguero tras un testarazo y Riera perdonó el tercero solo, tras otra conexión Silva-Iniesta. A partir de ahí, sólo hubo un equipo en el campo.