Una pareja de mallorquines se enfrenta estos días a su propia historia. Rafael Nadal y Rudy Fernández, los mejores embajadores del deporte balear junto al motociclista Jorge Lorenzo, se adentran en un periodo de la competición que podría darle aún más volumen a unas hojas de servicio impresionantes. El tenista, que parece haberse sacudido las dudas acerca de su estado físico, busca en Nueva York el último Gran Slam que falta en sus vitrinas. El jugador de baloncesto, en cambio, va a hacer lo posible para recuperarse cuanto antes de sus molestias para colgarse la medalla de oro en el Eurobasket de Polonia. El desafío ya está en marcha.
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La solvencia con la que atravesó el arranque del Abierto de Estados Unidos ha alentado las expectativas alrededor de Rafael Nadal, a pesar de la fragilidad del francés Richard Gasquet, su primer adversario, y cumplió las horas posteriores a su estreno entre el tiempo dedicado a la recuperación y la preparación del duelo contra el alemán Nicolas Kiefer.
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El tratamiento preventivo que forma parte de su rutina y el restablecimiento físico habitual tras un partido, ocuparon parte del tiempo posterior a su primer encuentro en Flushing Meadows, adonde ha regresado para efectuar una nueva sesión de entrenamiento. El penúltimo antes del reencuentro con la competición. Rafael Nadal entrenó durante hora y media con un júnior estadounidense, de diecisiete años, al que le evaluaba su padre. En la pista 1 de entrenamientos del Centro Nacional de Tenis Billie Jean King. La más alejada del bullicio popular, que se dispara con la presencia del balear por las instalaciones.
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Nadal espera a Nicolas Kiefer, su próximo rival. El germano cumple su décima presencia en Nueva York, adonde regresó el año pasado después de dos de ausencia. Son unos cuartos de final, en 2000, cuando llegó a ser el mejor tenista alemán, cuarto del mundo, su mejor resultado. En el puesto 126, alejado de las expectativas de entonces. Por delante de él presumen varios compatriotas, con menos pedigrí que el que delatan sus condiciones. Pero, el tenista de Holzminden es ya, a sus 32 años, un clásico de la competición. El partido entre ambos cerrará la quinta jornada del último Grand Slam de la temporada y tendrá lugar después del choque del cuadro femenino entre la eslovaca Magdalena Rybarikova y la estadounidense Venus Williams, previsto para las 19.00 hora local. Por lo tanto, el mallorquín buscará su pase a tercera ronda alrededor de las 21.00 horas locales (03.00 horas de la madrugada del sábado en España).
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En cuanto a Rudy, señalaba ayer que se siente «impotente» tras sufrir una pequeña lesión que le impide «ayudar ahora al equipo», aunque se mostró esperanzado con poder hacerlo en breve dada la poca gravedad de la misma. «Me siento impotente por no poder estar en los últimos días de preparación del equipo. He tenido gripe, algunos problemas de espalda y ahora esta rotura fibrilar en la pierna. Dentro de lo que cabe está bien porque pensaba que podía ser más grave, pero tras las pruebas realizadas podré estar a punto en unos días», afirmaba. «La lesión va bien, no me duele al andar ni al estirar y eso es una buena noticia. No sé si podré jugar el primer partido del Europeo ante Serbia, el lunes, para eso habrá que esperar un poco la evolución, pero estaré cuando me vea capacitado para ayudar al equipo», añadía.
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El primer partido del Europeo ante Serbia puede ser uno de los más complicados, según el mallorquín. «Serbia es un equipo a tener muy en cuenta, no por los nombres que tiene ya que es un equipo joven, pero a veces la juventud es la que ayuda para dar el salto. A veces es mejor tener un equipo que muchas estrellas», indicaba el escolta. España es la gran favorita para el oro y los aficionados quizá no entenderían otra clasificación, ni aunque fuera en el podio. «Todos quieren ganar a España. Somos el equipo a batir tras ser campeones del mundo y subcampeones olímpicos. Todos quieren ganarnos, somos conscientes, pero estamos capacitados para superar las adversidades».