La primera versión del Mallorca de los Martí Mingarro ya ha adoptado la forma definitiva. Tras un mes de vértigo en el que el club ha tenido que reinventarse bajo las nuevas coordenadas, el plantel bermellón está preparado para zambullirse por décimo tercera ocasión consecutiva junto a los grandes del fútbol español. En casi cuatro semanas de negociaciones la propiedad ha reunido a un ejército de 24 futbolistas que con el paso del tiempo ha ido ganando peso de cintura para arriba. Las últimas incorporaciones han permitido a Manzano completar el puzzle que tenía sobre la pizarra y el técnico de Bailén cuenta ya con al menos dos hombres por posición. El cambio que ha sufrido el grupo en los últimos días es tan llamativo que, a simple vista, existe la sensación de que sobra incluso algún efectivo.
Las recientes incorporaciones de Julio Àlvarez, Paulo César Pezzolano y Borja Valero han revalorizado las acciones de un vestuario que hasta hace unas semanas vivía bajo mínimos. Hasta que Javier Martí Asensio decidió arremangarse, los únicos rostros nuevos de la plantilla eran los de Víctor Casadesús y Tuni Adrover, que regresaban a casa después de acumular kilómetros en el Nàstic y el Hércules respectivamente. Al consejero delegado se le acumulaba el trabajo y se le estrechaba el calendario. Y mientras él hurgaba en el mercado, Manzano lamentaba a gritos la falta de refuerzos.
La acción real se inició hace un par de semanas, cuando el club anunció los fichajes de Rubén González (Celta) y Bruno China (Leixoes). La noticia, lejos de suavizar los ánimos, avivó el fuego existente entre el preparador y el consejero delegado. Después llegó el lateral brasileño Mattioni (Milán) y cuando el bazar veraniego estaba a punto de clausurarse se cerraron los acuerdos con Julio Àlvarez (Almería) y Pezzolano (Liverpool), que redondeaban un centro del campo lleno de posibilidades. Sin embargo, al pastel le faltaba la guinda, que no se colocó hasta veinte minutos antes de la hora límite. El West Bromwich Albion aceptaba la cesión de Borja Valero y el Mallorca encontraba a su estrella particular, el faro que deberá iluminar a partir de ahora todo el juego del colectivo.
Con esos los ingredientes sobre la mesa, Manzano puede sentirse satisfecho. A falta de conocer el rendimiento que van a ofrecer los futbolistas que aún tienen que superar la fase de adaptación (Mattioni, Pezzolano y Bruno China), el andaluz afronta ahora la misión de conectar todas las líneas para conjuntar a una formación que tiene muy poco tiempo que perder. En cualquier caso, la victoria ante el Xerez (2-0) y el parón de este fin de semana le allarán el camino hacia la calma.
Con la defensa más o menos definida, los problemas del técnico aparecerán a la hora de edificar las dos últimas líneas de la alineación. De mitad de campo hacia adelante, el Mallorca tiene a quince efectivos disponibles, aunque uno de ellos es el canterano Alberto López y otro, el madrileño Óscar Díaz (regresa a la entidad tras un año de cesión al Celta), al que el club tramitó la ficha justo antes de que se cerrara el mercado ante la imposibilidad de cederlo a otro equipo. El próximo 13 de septiembre, en Villarreal, Manzano empezará a descubrir sus cartas.