La era Crespí ya es una realidad. Tras mucho tiempo advirtiendo de lo que podía ser capaz, la joven nadadora del Mediterránea ha logrado entrar por la puerta grande en la leyenda del deporte balear y español. No en vano, Margalida Crespí Jaume (Palma, 1990) puede presumir de haberse colgado tres medallas en su debut en un Mundial absoluto. Y entre ellas, un oro (rutina libre combinada) que supone todo un hito en una modalidad que ha hecho de España un punto de referencia a escala internacional.
Subcampeona y medalla de plata en rutina técnica y libre, Marga pasea con orgullo y todavía con incontenible emoción las preseas capturadas en compañía de una generación irrepetible para una natación sincronizada que en Balears lucha por sobrevivir y hacerse un hueco, pero que desde el pasado 22 de julio puede presumir de contar con una campeona del mundo. Nada menos.
La renovación del equipo nacional le abrió las puertas y en la Copa FINA de Madrid ya escaló a lo más alto del podio, repitiendo en la Copa de Europa de Andorra. Eso sí, ha sido en Roma donde ha tocado el cielo. «La primera medalla (plata, rutina técnica por equipos) fue algo indescriptible, y el oro -al ritmo del 'Stairway to Heaven' de Led Zepellin-, lo más grande. Ni las más veteranas se lo creían. Es el resultado al trabajo de muchos meses, con entrenamientos hasta las once, las doce o la una de la madrugada», recuerda Crespí, quien no esconde que la tercera presea (plata, rutina libre por equipos) «costó más. Sufrimos hasta el último minuto por la puntuación de China, pero acabó bien». Verse en cuestión de meses lanzada a la primera línea de una selección irrepetible era algo «que no me imaginaba tan pronto. La adaptación no ha costado, pues trabajábamos juntas desde hace tiempo». En su rápida aclimatación a la dinámica fijada por Anna Tarrés ha jugado un papel clave su amiga y compañera Paula Klamburg. «Nos hemos apoyado mútuamente, sola no hubiera sido lo mismo», dice.
La motivación de un Mundial ya era suficiente argumento para Marga, pero en el horizonte está la carrera hacia los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012. «Es un aliciente extra, pero cada competición lo tiene. Por delante queda otro Mundial, Europeos y muchas citas, como lo es a corto plazo la Copa del Mundo de Canadá (noviembre)», reconoce la triple medallista, quien se fija como meta poder trabajar un dúo.