Ha dejado atrás cerca de 50.000 millas náuticas alrededor del planeta desde Alicante hasta San Petersburgo pasando por Ciudad del Cabo, Kochi, Singapur, Qingdao, el Cabo de Hornos, Río de Janeiro, Boston, Galway, Goteborg y Estocolmo. Ha superado diez meses de navegación (desde el 8 de octubre de 2008 hasta el 27 de junio), sin poder dormir más de dos horas seguidas, con una dieta basada en la comida liofilizada y soportando temperaturas que han oscilado entre los diez bajo cero y los 40 grados centígrados. Donde muchos sacarían pecho por la gesta y donde la mayoría narraría su experiencia adornándola con tintes épicos, Jordi Calafat desmarca su relato de cualquier dramatismo y piensa en la revancha en la vuelta al mundo por equipos, la Volvo Ocean Race.
«Es una regata dura y compleja, pero muchos regatistas podrían hacerla. Es cierto que hay momentos difíciles, pero sabes a lo que vas y tampoco hay que exagerar», valora el jefe de guardia del «Telefónica Azul». Y es que la tercera posición en la Volvo Ocean Race no le ha dejado del todo satisfecho. «Quiero volver a disputarla para ganar», apunta. Se trata de la única gran cita que falta a unas vitrinas en las que brillan el oro olímpico, títulos mundiales y la Copa del América. Nadie ha conseguido aunar todos los éxitos y lograrlo es su desafío.
Aún le flaquean las piernas por los largos períodos sin caminar y sólo piensa en descansar y en estar con la familia, por lo que este verano restringirá su agenda. «La familia y el pan moreno es lo que más he echado de menos», comenta. A pesar de haber subido al tercer escalón del podio y haber sido la mejor embarcación en las pruebas costeras, Calafat hace autocrítica y valora la experiencia.