Tras suspender el primer test hacia la tranquilidad, y dispuesto a pasar página al tropiezo en el Palau frente a un Gandía al alza (76-85), el Bàsquet Mallorca despide un tramo clave hacia la permanencia con la visita más asequible que se atisba a corto plazo. Los de Xavi Sastre no pueden permitirse más licencias si no quieren complicarse el tramo final del curso regular y mantener sus opciones de colarse entre los nueve mejores. Para ello, vencer al Illesca (19:30 horas) es la única consigna válida. Todo lo que no sea regresar con el décimo triunfo en su equipaje supondrá prolongar la incertidumbre y esperar los tropiezos de los inquilinos del furgón de cola (Gandía, Illescas y Rosalía) para no precipitarse al pozo.
El vestuario ha sabido interpretar el mensaje subliminal que deja la derrota de hace una semana. Xavi Sastre sigue apelando a la intensidad y la tensión pese a la entidad del adversario, y el grupo ha captado la importancia de esos argumentos para afrontar una cita que se plantea tan asequible como determinante. Y es que el Illescas pasa por ser el equipo en peor forma de la LEB Oro. En tiempos de huelgas, impagos y crisis, los manchegos han tenido un mal aterrizaje en la categoría de plata. Nueve derrotas consecutivas -no ganan desde el 19 de diciembre, al Rosalía (66-58)- han llevado a los de Javier Juárez a una situación delicada que se extiende más allá del vestuario.
La «cenicienta»
Por si la compleja situación económica que atraviesa la entidad toledana no fuera suficiente, las lesiones se han cebado con la «cenicienta» de la competición. El base Àlvaro Frutos padece una fractura del escafoides de su mano izquierda y el incombustible Joe Alonso sufrió una rotura del menisco externo. Además, Dexter Lyons y Claudio Charquero salen de sendas lesiones musculares que merman el escaso potencial de un Illescas que se aferra a Jan Martín -hijo de legendario Fernando Martín- y Duane Virgil en la pintura, a la muñeca de Frier o Parejo y la batuta de Juanín Jiménez.
La peor dinámica de la liga comparece en el camino de un Bàsquet Mallorca que apela al orgullo y se autoexige una victoria balsámica ante el medio centenar de aficionados isleños que viajarán con la escuadra hasta Illescas, un estímulo añadido de cara a solventar un encuentro más trascendental de lo que puede aparentar la clasificación. Alberto Alzamora ha sufrido esta semana un golpe en la rodilla, mientras Orfila parece haber superado los problemas estomacales que le han impedido seguir el ritmo del grupo, y Xavi Sastre pondrá en liza todo su arsenal para dejar casi resuelto el primer gran objetivo de la entidad. A partir de ese punto, soñar no cuesta nada.