Dice Joan Plaza que no esperaba una explosión tan violenta de Llull, que la evolución del base menorquín es un arcano difícil de explicar. Un par de temporadas en la ACB y un paseo por la Euroliga le han bastado al director de juego de Maó para atraer los focos en una cita de tamaño relieve como la Copa del Rey. Nadie habla de Ricky Rubio, ni de Rakocevic, tampoco del regreso a este torneo de Navarro, porque Sergi Llull Melià (Maó, 1987) se ha convertido en el principal atractivo de la competición. Lo hace gracias a un par de partidos estupendos, pero también gracias a una regularidad que ha sostenido al Madrid en tiempos difíciles. Exhibiciones ante Maccabi, Regal Barça o Tau Cerámica al margen, lo cierto es que es el momento de Sergi Llull. Que nadie se lo pierda.
No se cansa de repetir en las entrevistas que apenas lo dudó cuando le llegó la oferta del Madrid, allá por el mes de mayo del 2007. A pesar de que andaba algo deprimido y desfilando por los banquillos de la LEB con el Manresa, la decisión de aceptar la propuesta delata sus arrestos. En un pestañeo ya estaba en la capital y su llegada coincidió con la etapa más gloriosa del Madrid: una liga ACB, el título de la ULEB o el ingreso en la Euroliga, sin ir más lejos. Absorbió todos los conocimientos que pudo, se pasó muchas horas entrenando el tiro con Randy Knowles en Las Rozas y ahora advierte que puede mirar a los ojos de cualquiera. Incluso a los de Navarro, al que admira.
Su progresión era notable, pero los últimos partidos le han situado definitivamente en el mapa internacional. A sus 21 años, ha liderado al grupo de Plaza en encuentros de alto voltaje en Liga y Europa y eso le ha convertido en uno de los iconos del nuevo proyecto blanco. Idolo de la grada, su hambre y su talento se han unido para diseñar a un jugador determinante. La baja de Raül López y la decadencia de Pepe Sánchez le han abierto las puertas de la gloria. Promedia 8.8 puntos y 2.9 asistencias en la ACB, cifras que mantiene en la Euroliga: 8.2 y 2.4 pases de canasta. Pero lo que más ha sorprendido de Llull es que ha asumido una enorme cuota de responsabilidad en partidos de envergadura. Logró 18 puntos ante el Barça y 13 ante el Maccabi en el inicio del Top 16 y la pasada semana se fue hasta los 11 frente al Tau.
Estreno
Llull se estrenará hoy en la Copa (Palacio de los Deportes, 19.00 horas) ante el Regal FC Barcelona, un rival con el que ya se han cruzado en Europa y en la competición doméstica. Plaza, pese a que Raül López se ha recuperado a tiempo de la rotura fibrilar que sufrió el pasado 28 de enero, precisamente ante el Barcelona, le dará al mahonés la vara de mando. En una apuesta por la mocedad, el entrenador catalán también ha llamado al ala-pívot montenegrino Nikola Mirotic, jugador perteneciente al Real Madrid de Adecco LEB Bronce, que ha entrado en la convocatoria para la competición sustituyendo a Venson Hamilton.
Llull ha sido el detonante de algunas de las últimas remontadas del Real Madrid y, desde luego, vital en la que desencadenó el 85-83 de Vistalegre en el duelo que abrió la segunda ronda de la Euroliga a finales de enero. Este es el quinto enfrentamiento copero en los cuartos de final, ronda que acentúa el dominio copero ejercido por el Barcelona desde que la ACB pone a punto la competición, según recoge la agencia EFE.
El Real Madrid ha perdido los cuatro partidos que ambos han disputado en esta ronda. Ha ganado uno en semifinales y una final. El Barcelona se ha apuntado, además de los cuatro de la primera ronda, otros tantos en semifinales y tres choques por el título. La Copa es otro mundo.
En los dos encuentros que han jugado esta temporada, el de Liga en el Palau y el de la Euroliga en Vistalegre, el máximo anotador ha sido Juan Carlos Navarro (37 puntos), cuyo promedio (18,5) casi coincide con los dieciocho tantos que Llull endosó al Barça en el 85-83 continental.
Un Real Madrid-Barcelona siempre es especial y, en la inmensa mayoría de los casos, sinónimo de tensión, marcadores al límite, igualdad y de todos los ingredientes que adornan la rivalidades históricas, pero la Copa del Rey también es especial, tanto que es capaz de desequilibrar la naturaleza de la madre de todos los enfrentamientos.
Lo cierto es que el baloncesto menorquín está de enhorabuena, porque abraza la llegada de un jugador superlativo a la elite. Sergi Llull tiene otro reto, otro sueño, ganar la Copa. Suerte.